¿Nunca más?

¿Nunca más?

¿Nunca más?

Patricio Orellana Vargas.
patoorellana@vtr.net

El gobierno está estudiando un proyecto para buscar una solución a los problemas pendientes de derechos humanos. El tiempo pasa y siguen los estudios y las vacilaciones ¿Pero qué más da si los familiares de las víctimas ya esperan 30 años?

Ellos pueden esperar un poco más.

Lo que no pueden esperar los familiares de las víctimas y los afectados directos es que de nuevo se presenten soluciones virtuales y no reales. Aylwin ya ofreció como solución el Informe Rettig y justicia en la medida de lo posible. Frei Ruiz Tagle entregó la Mesa de Diálogo y la real politik.Lagos eñaló que hay que dejar que las instituciones funcionen

Pasado algún tiempo podemos preguntarnos ¿fueron soluciones? Evidentemente que no, porque ahora se ofrece una solución.

El informe Rettig, negación de la verdad.
El Informe Rettig simplemente recopiló la información que tenían las organizaciones de Derechos Humanos, pero la degradó porque se decidió no incluir la tortura. El Informe oficialmente declara que la tortura no fue el instrumento represivo central de la dictadura militar. ¿Eso era la verdad? La tortura fue el instrumento represivo central de la dictadura y los ejecutados y detenidos desaparecidos son el resultado final de ese proceso ¿Acaso no fueron torturados? Pero además varias decenas de miles de personas también lo fueron sin culminar en la muerte, sino que estuvieron al borde de ella, pero sufrieron las más crueles torturas imaginables. Para evidenciar lo lejos que está este informe de la verdad le adicionaron una flagrante mentira: incorporaron como violaciones a los derechos humanos los casos de violencia política.

La violencia política es la que utilizan algunos grupos para llevar a cabo sus objetivos políticos, como son los casos del asesinato de Jaime Guzmán o el asesinato del general René Schneider. Estos crímenes, repudiables como cualquier crimen, merecen los castigos que la ley impone. Pero son delitos que no asumen la naturaleza de violaciones a los derechos humanos.

Las violaciones a los derechos humanos son aquellos crímenes que cometen los agentes del Estado, con su respaldo, su financiamiento, su dirección y la impunidad que eso significa. Son crímenes de una naturaleza especial porque los realiza- no una banda de criminales- sino que los agentes del Estado organizados en servicios públicos, que son la negación del Estado, porque el Estado existe para garantizar los derechos de las personas. Los Estados de las dictaduras militares que azotaron a América Latina inspirados en la doctrina de la Seguridad Nacional fueron la negación del Estado con sus crímenes de lesa humanidad. El Estado como expresión suprema de la ética según Hegel, era en América Latina la expresión de la criminalidad.

Sin embargo, este Informe, en el que se olvidaba la sustancia represiva de la dictadura y se mezclaban como iguales los delitos políticos y las violaciones a los derechos humanos estableció la paradoja hipócrita de que las violaciones a los derechos humanos no tenían responsables conocidos. Fue aplaudido ingenuamente por los afectados y por la comunidad nacional e internacional. Los únicos que deben haberse felicitado son los violadores a los derechos humanos que salieron libres de polvo, paja y sangre.

La Mesa de Diálogo.
Con el correr del tiempo, la ?verdad? contenida en el Informe Rettig demostró ser una falacia y se inventó otra ?solución?: la mencionada Mesa. En ella los militares hicieron algunas vagas declaraciones generales de su responsabilidad, pero dejaron en claro, que los actuales jefes no eran los mismos de los 17 años de la dictadura, reconocieron que no eran los jefes ¿Pero no les correspondía entonces ser los obedientes que hacían lo que los jefes mandaban? Naturalmente que eso no lo resolvieron. El colmo de esta Mesa fueron dos perlas de la hipocresía militar, la primera fue de que los cadáveres de los detenidos desaparecidos habrían sido lanzados al mar, pero no recordaban cómo, dónde, cuándo, ni por quiénes. El colmo fue la declaración oficial que carecían totalmente de información de las violaciones a los derechos humanos, porque había pasado mucho tiempo y no tenían información ni registros ¡Era el primer caso en la historia militar mundial de que hubiera un ejército que no tuviera información! Desde el tiempo del primer ejército la información fue central en el quehacer militar.

De nuevo el ingenuo público creyó que algo se había obtenido y especialmente el Gobierno destacó la trascendencia histórica de la Mesa de Diálogo.

Pero la historia produce una sedimentación de los hechos y después se puede apreciar la trascendencia o no de los mismos. Ahora hasta la UDI reconoce que hay que buscarle solución a las violaciones a los derechos humanos, que la concibe como corresponde a los valores que representan: hay que pagar indemnizaciones.

¿Nunca más?
El gobierno busca afanosamente alguna solución distinta a los dos fracasos anteriores. Un indicio son los aplausos que recibió el general en jefe del Ejército, Juan Emilio Cheyre, que presentó como solución la promesa de que ?nunca más? se volverían a repetir esos hechos: ?nunca más excesos, crímenes violencia y terrorismo??. Salvas de aplausos provenientes de casi todos los sectores recibieron estas declaraciones.

Pero ¿Qué significa un ?nunca más??

En la historia de las soluciones propuestas en América Latina hay varios ?Nunca más?. Así fue llamado el informe Sábato en Argentina, En Brasil la Iglesia emitió un informe ?Nunca más?, en Uruguay el Servicio Paz y Justicia (institución cristiana de derechos humanos) publicó otro ?Nunca más?. Estos informes, algunos de ellos mucho más próximos a la verdad que el Rettig chileno, tampoco resolvieron el problema.

Detengámonos en analizar lo que significa el ?nunca más?. Significa simplemente una promesa, lo que hice no lo volveré a hacer. ¿Sirven de algo las promesas? En este caso no sirven de nada porque es asegurar que lo pasado, pasado está, que el futuro puede ser distinto. ¿Alguien imagina un sistema jurídico y penal basado en las promesas?

Hagamos un ejercicio: El sicópata de Alto Hospicio, después de violar y matar a 20 muchachas va donde el juez y exclama: ¡Nunca más! Después de esta valiente declaración se va a vivir tranquilamente en su casa.

Alguien en la más mínima cordura podría aceptar esta solución. ¿La población de Alto Hospicio va a aplaudir y vivir con ese vecino? ¿El juez va a callar? O dirá ?¡Qué bueno, se arrepintió!. Los familiares de las víctimas ¿aceptarán esa situación? ¿La población de Iquique creerá en la promesa? ¿Chile creerá en reemplazar los crímenes con las buenas intenciones futuras?

Pues bien, esa es la solución que han intentado presentar las jeraquías militares en todos estos países ¿Es digno de crédito ese cambio? ¿Cambiar un pasado de crímenes por una promesa? ¿El futuro descansará en la promesa de los que violaron los derechos humanos impunemente?

Cuanto antes se enfrente el problema de la violación de los derechos humanos con la verdad, la justicia y la reparación, habrá solución. Cuantos más sucedáneos, verdades mínimas o fragmentarias, placebos y promesas, más lejos estaremos de la solución del problema histórico más importante de Chile. El gobierno de la Concertación tiene la última oportunidad de cumplir lo que prometió y actuar de acuerdo a los principios éticos en los que se fundó.

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