Orwell y la violencia.

Orwell y la violencia.

Patricio Orellana Vargas*

A veces se llega a extremos inconcebibles desde el punto de vista ético. Se utiliza el pensamiento de un autor para combatir lo que el autor defendía y entendía plenamente. El columnista de EL MERCURIO Jaime Bellolio ha llegado a usar el nombre y la obra de George Orwell para participar en la campaña de destrucción de la imagen de la líder estudiantil, Camila Vallejo. Como ella declaró que no descartaba la lucha armada en determinadas condiciones históricas, la ha calificado de partidaria y casi adoradora de la violencia.

Para fundamentar estos ataques ha utilizado hasta la obra e historia de George Orwell, el novelista y cientista político inglés que escribió, entre muchos de sus libros, “1984” y “Rebelión en la Granja”, en los que denuncia y critica a los regímenes totalitarios de tipo stalinista y fascista. Pero Orwell fue un socialista integral, que en primer lugar estuvo en permanente lucha ideológica y práctica para derribar el capitalismo y establecer una sociedad efectivamente socialista. Orwell no fue un ingenuo que creyera que en la historia la violencia no jugaba un rol importante, esto no significa que fuera un admirador de ella. Su vida política y sus escritios son muy claros al respecto. En primer lugar participó militarmente en la guerra civil española, al lado de los republicanos y junto a los que luchaban por el socialismo, su obra “Homenaje a Cataluña” relata su participación y como fue herido de un balazo en la garganta. Posteriormente, a pesar de sufrir de una avanzada tuberculosis se presentó de voluntario para pelear en contra del nazismo y al ser rechazado por razones médicas, se incorporó al ejército de reserva, pues tenía la esperanza que la guerra podía generar condiciones revolucionarias y ese cuerpo de ejército podía jugar un rol determinante. De manera que Orwell no era un partidario y creyente de un pacifismo ingenuo.

El MERCURIO, que jugó un rol determinante en justificar el uso de la violencia, para derribar el gobierno de Allende, que pretendía abrir una vía pacífica al socialismo, ahora se presenta como el paladín del pacifismo. Su hipocresía es tan evidente que da amplia cabida a políticos y periodistas que exigen “mano dura” al gobierno de Piñera para que impida las manifestaciones estudiantiles y populares. Aplaude el uso de gas lacrimógeno y presenta a los carabineros armados hasta los dientes, con los medios más aptos para la violencia, como las víctimas de ella. Destaca cuando algún carabinero es herido, pero minimiza los numerosos jóvenes que son heridos y maltratados por las fuerzas policiales.

Los dirigentes estudiantiles han declarado innumerables veces que están en contra de la violencia, pero casi toda la televisión y la prensa dedican la mayor parte de su información a los episodios violentos, mientras que la manifestación pacífica, que es ampliamente mayoritaria, es reducida en importancia, espacio y tiempo en esos medios.

Cuando la dirigente estudiantil Vallejo señala que en algunas circunstancias la violencia está justificada, es simplemente una constancia histórica. ¿Acaso Chile habría sido independiente si nuestros próceres no se levantan en contra de España? ¿Acaso el capitalismo existiría si no se realiza la revolución francesa y la independencia de los Estados Unidos? ¿Acaso el nazismo no hubiese triunfado si los aliados no lo enfrentan?

Cuando se pretende utilizar a Orwell para combatir el socialismo hay que recordar que en América Latina, el país que más se aproximó al estado descrito y criticado en “1984” es, sin duda, el Chile de la dictadura, que tuvo como centro represivo la tortura, de manera similar a lo que se describe en el “1984” de George Orwell. ¿Acaso la dictadura de Pinochet no tuvo el poder total? ¿No fue un tipo de totalitarismo, sin parlamento, sin partidos, sin libertad de opinión ni de prensa y con campos de concentración y represión ilimitada? La dictadura y la violencia tuvieron y tienen como baluarte periodístico a EL MERCURIO.

Es verdad, como indica Bellolio, que Orwell señaló en sus obras políticas que “unos son más iguales que otros”, pero olvida que la Constitución de Pinochet establece que todos somos iguales ante la ley y la justicia y el gobierno actual reconoce que todos somos iguales ante la educación ¿Pero hay alguien que dude que en Chile “unos son más iguales que otros”?

Santiago, Enero del 2012.

* Profesor de la Universidad de Chile, retirado