Italia, Liguria

La Riviera Italiana

camogli

Patricio Orellana Vargas: Liguria, “Camogli, la casa de las mujeres”,óleo, 50 x 40cms.

LA LIGURIA: RIVIERA ITALIANA

La Costa azurra.
Así como Francia tiene su Costa Azul o Riviera, famosa por su belleza y su clima, donde están Niza, Jean Les Pins, Cannes, y  Montecarlo (que es de Mónaco) etc. Italia tiene su Costa Azurra o Riviera Italiana que rivaliza con la anterior y que es su continuación. Incluso Niza fue italiana y el Piamonte la cedió a Francia en el siglo XIX para lograr el apoyo de los franceses en su lucha por la unificación.

La costa azul italiana es la Liguria, una de las  regíones más bellas de Italia, país, que al revés de Chile es descentralizado y sus regiones gozan de mucha autonomía Corresponde en gran parte a lo que antaño fue la República de Génova, que a fines de la Edad Media y en el Renacimiento fue una de las potencias principales del Mediterráneo, en pugna con Venecia y Florencia. Es una larga y angosta franja de costa, flanqueda por los Apeninos y el mar Ligur, que se extiende por poco más de 200 kilómetros entre Francia y La Toscana. Su capital, Génova, tiene algún parecido con Valparaíso y durante el siglo XIX y especiamente el XX tuvo comercio con ese puerto  chileno.

La Liguria es una costa muy abrupta, de cerros y farellones boscosos, que en algunos lugares deja pequeñas terrazas donde, desde épocas prehistóricas se han instalado sus poblados. Génova, el principal puerto italiano, está en el centro de esta franja, en el punto donde se cortan las dos líneas que forman el ángulo recto y divide esta franja en dos partes, la Riviera Ponente y la Riviera Levante,que se enfrentan.

Desde la frontera con Francia hasta la Toscana,  cada caleta, bahía o espacio apto para la construcción está cubierto de ciudades, especialmente puertos y balnearios. En muchas partes el espacio es muy reducido y las ciudades se apretan entre el mar y las abruptas montañas, Sólo en Génova y otras ciudades, los cerros son más suaves, lo que ha permitido cubrirlos de poblaciones, lo que le hace tener algún parecido con Valparaís. Pero en general, estas montañas sólo permiten construcciones en contados puntos, generalmente utilizados por las villas de los adinerados.

Casi todas estas ciudades son muy atractivas, en primer lugar porque son balnearios, pero especialmente por el entorno de mar azul, costa rocosa y montañas verdes. Además las ciudades, que abundan de edificios de departamentos de no más de 5 o 6 pisos, están pntados de los colores pastel que las alegran y exaltan la luminosidad. En general las playas son escasas y pedregosas, pero el mar es fresco y agradable para bañarse. También abundan las villas del siglo XIX, ya que a estos lugares venía toda la nobleza y burguesía europea.

Las ciudades de la Liguria.

Sus ciudades son como un collar que se extiende casi exclusivamente en la costa, ya que todo lo demás son los Apeninos Ligures, cubiertos de bosques de hoja caduca y bastante abruptos. En el límite con Francia está Ventimiglia, siguen San Remo, Alassio, Finale Liguria, Génova, Camogli, Fortofino, San Fructuoso, Santa Margherita, Recco,  Rapallo, Lavagna, Sestri Levante, Cinqueterre, Portovenere y finalmente, La Spezia, principal puerto militar de Italia, donde acaba La Liguria y comienza la Región de Toscana.

Cada una de estas ciudades es extraordinariamente atractiva, Pero hay muchas otras, más pequeñas, pero con la belleza que conlleva- a veces- la intimidad de ciudades más pequeñas.

Desde luego, la más famosa es Génova, con un rico pasado histórico, que se enorgullece de su actividad marinera y de ser la ciudad de nacimiento de Cristóbal Colón. Pero para mí, no resulta muy atractiva, porque es una gran urbe y un puerto desordenado y bullicioso. Pero hay ciudades universalmente reconocidas en los cánones turísticos: San Remo, sede del famoso festival y Portofino, recatada bahía oculta en la vegetación, donde recalan obligatoriamente los yates de los millonarios que pasean por el Mediterráneo. Pero hay otras estrellas también refulgentes: Rapallo, ciudad en la que actualmente vivimos y a la cual hemos venido una docena de veces, Cinqueterre, un complejo de cinco pueblos escondidos en pequeñas caletas o encumbrados en los cerros, que han conservado su pasado, embellecido con un entorno que tampoco ha variado mucho, Cinqueterre estuvo marginada de las grandes vías de comunicación durante siglos y sú única conexión con el mundo era por el mar. Son cinco pueblos, cada uno más interesante y diferente de su vecino. Finalmente está Puerto Venere, uno de los lugares más bellos de Italia, donde se combinan la historia, la arquitectura medieval, las excelentes playas, sus viejas iglesias, las fortalezas genovesas y las murallas frente al mar, transformadas en el siglo XIX en casas de 4 o 5 pisos, todas pintadas al estilo genovés, con ventanas y puertas con marcos en tonos alegres y suaves. Fue el lugar preferido de Byron, Keats, Shelley y Mary Shelley.

 La Liguria, es una zona infinita en su historia, su diversidad y su intimidad. En realidad hay decenas de otras ciudades realmente atractivas, por ejemplo, Sestri Levante, con su Bahía del Silencio, a espaldas de la zona turística, donde se capta un recogimiento conmovedor, a pesar de que en verano, a una cuadra hay miles de turistas, epecialmente italianos que hablan cantando. La Spezia es una ciudad grande, pero que tiene barrios antiguos, un castillo en lo alto de un cerro con un museo y reliquias de la cultura Luni, uno de los misterios de Italia. Hay otras piedras preciosas ocultas: Santa Margherita Ligure,  Lavagna, San Fructuoso, la isla Palmaria. Pero ni siquiera es posible nombrarlas todas.

 Mi esposa y yo hemos venido muchas veces a casa de nuestra amiga Francesca, la que nos ha soportado siempre, hasta por largas temporadas. Hemos tratado de contribuir a los gastos y a las tareas domésticas, para lo cual yo he debido aprender a gritar y pelear a la italiana, comprendiendo, que no se trata de una pelea como lo entendemos los chilenos ya que a los dos segundos estamos tan amigos como antes. Ella rechaza cualquier aporte, pero  yo logro imponer algunas compras marginales.

 En esta situación, siempre tenemos tiempo para ir a conocer los pueblos cercanos y ya conozco por lo menos 
 unos treinta, ninguno de los cuales me ha decepcionado, excepto Génova por su tamaño, como lo he señalado. Hablar de cada uno de estos lugares  llevaría cientos de páginas. Pero ya los mencionaremos.

Patricio Orellana Vargas

patoorellana@vtr.net
20 de junio del 2003 

20 de junio del 2008

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