Gore, Al , National Performance Review.

Gore, Al , Informe del National Performance Review

 

Al Gore, Crear una Administración Pública que funcione mejor y cueste menos, Informe del National Performance Review, Vitoria-Gasteiz, Instituto Vasco de Administración Pública, 1993. 234 págs

Este documento estudia la administración pública norteamericana en un período de 6 meses del año 1993 y fue elaborado por el vicepresidente Al Gore a petición expresa del Presidente Bill Clinton. La publicación de este informe provocó comentarios en todo el mundo y según su autor “es el inicio de lo que debe ser”, un compromiso para el cambio que “permita pasar de los trámites burocráticos a los resultados”.

“Debemos premiar a las personas e ideas que funcionan y librarnos de las que no funcionan”

La orientación de este Informe es crear una administración mejor y que cueste menos, reduciendo -no sólo el déficit fiscal-, preocupación central de los políticos norteamericanos, sino que reducir también “el déficit de confianza en el gobierno”. El informe tuvo como trasfondo institucional los Equipos de Reinvención de los Departamentos (ministerios) y los Laboratorios de Reinvención, que experimentan en nuevas formas de proceder. Además, se contó con el apoyo de numerosos técnicos y la opinión de decenas de miles de usuarios y las de miles de dirigentes empresariales y expertos en Administración. El resultado final es un conjunto de más de 100 recomendaciones. La mayor parte de las reducciones de personal se refieren a las estructuras de excesivo control y gestión que ahogan la creatividad de directores y trabajadores. Estas modificaciones significan un ahorro de 108 mil millones de dólares.

Todas estas medidas deben entenderse que están por sobre los partidismos: “queremos que la mejora continua se convierta en la forma habitual de trabajo, independientemente del partido en el poder”.

Los programas no son diseñados, sino creados por ley, hay una crisis, no en relación a lo que el gobierno hace, sino a cómo lo hace. En la década de los “80 las empresas privadas norteamericanas se reinventaron a sí mismas, en los “90 los gobiernos tratan de hacer lo mismo. Para impedir el fraude hemos creado un sistema de control paralizante y además hay que contar con un sistema de personal, un sistema de compras, un sistema de gestión financiera, un sistema presupuestario y un sistema informático que ahogan cualquier brote de creatividad.

El problema de fondo es que hay una burocracia de la era industrial en una era informática. La especialización y la jerarquización son sus características fundamentales. El éxito no provoca recompensas, el fracaso no lleva consigo castigos.

A pesar de esta maraña de inconvenientes hay iniciativas muy positivas pues la gente es capaz de crear organizaciones emprendedoras.

Los principios fundamentales para transformar las organizaciones son:

– reducir los trámites burocráticos.
– el cliente es lo primero.
– dar poder a los empleados para conseguir resultados.
– reducir los gastos a lo esencial.
– ayudar a la comunidad a resolver sus problemas. – fomentar la excelencia.

De esta manera se pretende:

– crear un sentido de misión.
– llevar más el timón y remar menos.
– delegar autoridad y responsabilidad.
– sustituir reglamentos por incentivos.
– presupuestos basados en los resultados.
– exponer las operaciones a la competencia.
– buscar soluciones comerciales y no administrativas.
– medir el éxito a través de la satisfacción del cliente.

El intentar aplicar estas medidas implica riesgos pero “debemos tener el valor de arriesgarnos a cambiar”.

Reducir los trámites burocráticos.
Hay más de 100.000 folios de normas y reglamentos para impedir la influencia política en la Administración que fijan en detalle como contratar, promover y despedir a los funcionarios federales. Se estima que hay 700.000 funcionarios federales en funciones de dirección, control o auditoría que demandan $ 35.000 millones de dólares al año en sueldos y prestaciones. Estos funcionarios son un tercio del total de los funcionarios federales. El presupuesto anual es otro proceso agotador, el Congreso incorpora miles de directrices y consignas que son complejas y contradictorias. Por ejemplo a la Agencia para el Desarrollo se le han asignado más de 40 objetivos que van desde el sistema mundial a los excedentes agrícolas, la democracia y el sistema nacional universitario y a veces se llega al detalle de exigir que se contrate personal de Aduanas en Honololu o que no se contrate personal de vigilancia en la Casa de Moneda y Timbre.

Las proposiciones concretas son seis pasos:

– racionalizar el sistema presupuestario (presupuesto bianual, información breve, planear estratégicamente, lo que se hará y no lo que se gastará, etc. Minimizar las restricciones presupuestarias, límite en los costos y no en los gastos, reutilización de hasta el 50% de lo no gastado, etc.).

– descentralizar la política de personal (simplificar el sistema que tiene miles de reglamentos, 459 tipos de trabajo, 15 grados y 10 escalas por grado, dar poder a los Departamentos y Agencias para que contraten y administren al personal.

– racionalizar las compras (la centralización de las compras para obtener bajos precios ha caído en descrédito, los bienes y servicios son malos e inadecuados y el abastecimiento lento. Hay que aumentar el poder de los delegados de las agencias para que compren donde quieran con procedimientos simplificados bajo los $100.000 actualizando las leyes federales y confiando más en el mercado comercial).

– reorganizar a los inspectores generales (estos inspectores creados para evitar el fraude y el despilfarro se han transformado en aplicadores estrictos de la ley que paraliza el funcionamiento de la Administración, se intentará orientarlos hacia el control de gestión).

– eliminar la reglamentación innecesaria (se estima que el sector privado gasta 430.000 millones de dólares al año en el cumplimiento de los reglamentos; existen unas 12.000 páginas de leyes y reglamentos sobre personal. Las Fuerzas Armadas tenían 55.000 páginas de leyes y reglamentos y fueron reducidas a 18.000. El Congreso pide unos 5.000 informes a las agencias en un año).

– dar más poder a las administraciones estatales y locales (estas administraciones tienen miles de asignaciones específicas y una red compleja de normas que muchas veces impide utilizar estos recursos o se utilizan para cumplir con las formalidades, aunque hay otros destinos más urgentes para el gasto público, es necesario flexibilizar el gasto reduciendo la reglamentación, y dictar normas para que varios fondos se consoliden y funcionen de abajo hacia arriba).

Los cambios propuestos serán difíciles y pasarán años antes de que se consoliden, pero los empleados federales serán cada vez menos tolerantes con la burocracia y se podrá seguir avanzando.

Los clientes son lo primero.
“Muchos no se dan cuenta de que la Administración tiene clientes. Tenemos clientes. El pueblo americano”. Con estas palabras comienza el segundo capítulo de este libro.

La idea de que el monopolio público debe abrirse a la competencia hay que aplicarla, pero recordando que muchas responsabilidades públicas no pueden o no deben ser gestionadas por el sector privado. Lo que sí se puede es transplantar ciertos aspectos del mundo empresarial al sector público.

En vez de recortar los presupuestos y eliminar los programas (lo que es conveniente en algunos casos), se propone un enfoque distinto: reinventar el gobierno. En primer lugar establecer los objetivos al servicio del cliente y ofrecer un servicio equiparable a los que otorga el sector privado. En segundo lugar hacer competir a las agencias por los clientes. En tercer lugar, si sólo hay monopolio, haremos que funcione de un modo empresarial. En cuarto lugar se organizarán mercados privados de manera que se solucionen los problemas y se responda a las necesidades de los ciudadanos.

Esta tendencia es irreversible y la revolución de la calidad se extiende por todas las empresas privadas y ahora penetrará en el sector público.

La revolución de la calidad.
El capítulo III plantea una estrategia democrática: dar poder a los empleados para que consigan resultados. Inspirados en los pensadores americanos concibe que la calidad es un imperativo y que para lograrla hay que promover un cambio cultural descentralizando la toma de decisiones; responsabilizando a todos los empleados federales de los resultados obtenidos; dando a los empleados federales las herramientas que necesitan para hacer su trabajo (formación, capacitación, información); mejorando las condiciones de vida laboral (permisos por enfermedad, cuidado de enfermos, flexibilidades horarias, igualdad de oportunidades, etc.); logrando la colaboración de los empleados y la dirección (se crea el Consejo Nacional de Colaboración con directivos públicos y sindicatos); y, ejerciendo el liderazgo y creando un Consejo Nacional de Expertos en Gestión para dirigir la revolución de la calidad. Esta revolución sólo es posible aprendiendo a darle libertad a la Administración.

Los gastos innecesarios
El capítulo IV contiene lo relativo a la proposición de eliminar todos los gastos innecesarios de la Administración Federal para lo cual se proponen los siguientes pasos:

– eliminar lo innecesario, lo duplicado, los privilegios de grupos.
– recaudar más eliminando el fraude.
– invertir para una mayor productividad.
– rediseñar los programas para reducir los costes.

Con estas medidas se intenta aproximarse a una Administración que cueste menos.

Lo que se propone no es fácil, pero es posible porque ya se ha probado en las administraciones locales, en agencias estatales e incluso en algunas agencias federales. Si los ciudadanos comprometidos presionan y exigen, las organizaciones responderán. Citando a Clinton, Al Gore termina su informe con las siguientes palabras: “El futuro es nuestro si tenemos el coraje de crearlo”.

Comentario

Este informe ha sido analizado, discutido, criticado, aplaudido y vilependiado en muchas partes. Pero en algo ha habido unanimidad, es un informe dirigido al pueblo, con ideas claras y proposiciones concretas. No es un informe gigantesco que pretende decirlo todo y sólo abruma al lector. Su inspiración es muy definida, las ideas de Osborne y Gaebler que han expuesto en su obra Reinvención del gobierno y que es una síntesis de los logros de las nuevas tendencias administrativas que se han probado en los municipios, en las empresas públicas, en las fuerzas armadas y en muchos servicios públicos norteamericanos.

Es muy destacado este compromiso de Al Gore con una orientación administrativa muy pragmática que conmovió a todo el mundo americano -la política, la Administración, las universidades-, y prácticamente a toda la sociedad americana y que además se ha difundido velozmente por todo el mundo.

Patricio Orellana Vargas

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