Homenaje y Defensa de George Orwell.

Homenaje y defensa de George Orwell

 

Homenaje y defensa de George Orwell.

Patricio Orellana Vargas.

 

En 1903 nació Eric Blair en la India, cuando empezó a escribir adoptó el nombre de George Orwell, que es como se le conoce universalmente. En el centenario de su nacimiento, la vida y obra de Orwell recibió homenajes en todas las latitudes. Con el tiempo su obra ha crecido avalada por la certeza de sus predicciones y por la justicia de su crítica social.

George Orwell, quien es, sin duda, uno de los grandes escritores del siglo XX.Es valorado actualmente por la diversidad y profundidad de sus aportes. A pesar de haber tenido una vida muy corta, de sólo 47 años, sus escritos abarcan obras maestras en el ámbito de la novela, el cuento, la sátira política, los ensayos, el periodismo, la crítica literaria, las crónicas y las memorias. Los críticos ingleses discuten en cuál de estos rubros destacó más y no se ponen de acuerdo porque, en realidad, destacó en todos ellos.

Muchos genios políticos y literarios despiertan terribles envidias, los enemigos y detractores de Orwell abundaron en su vida y siguen proliferando aún. Algunas de las críticas absurdas que se le hacen son que probablemente tuvo relaciones con la policía británica en la persecución de comunistas. Sin embargo, la vida misma de Orwell fue de una permanente lucha por la libertad de prensa, a pesar de discrepar de los comunistas, encabezó un movimiento para impedir el cierre del periódico del Partido Comunista británico y en sus obras fundamentales está su preocupación por el desarrollo del Estado totalitario, cuya expresión sine qua non es el control de la prensa y la manipulación de la información. Nadie mejor que él entendió este fenómeno y lo criticó en su obra “1984”, que es una advertencia del Estado transgresor de la dignidad de la persona humana, que llega hasta a rehacer la historia permanentemente para ajustarla a la política de sus gobernantes. Y Rehacer significa textualmente, hacerla de nuevo, borrando, por ejemplo, toda la información de prensa y bibliográfica que pueda existir sobre un líder caído en desgracia y creando información de hechos pasados, pero falsos, que habrían justificado la posterior caída del líder cuestionado.

La dura crítica no ha dejado ápice de su obra y su vida sin examinar para encontrar algún error o debilidad, tan absurda ha sido esta persecución, que hasta se le tachó de ser tan inglés que nunca aceptó la denominación de británico, a pesar de que su familia era de un legjano origen escocés. Nunca entendieron que Orwell no utilizó el concepto de británico porque había percibido el contenido imperialista de la expresión, que pretendía fundir en una sola nación a ingleses, escoceses, galeses e irlandeses, haciendo desaparecer a naciones que tenían su propia historia en el Imperio Británico, tras el cual estaba la supremacía inglesa. Estos críticos incluso olvidan que los últimos años de su vida escogió vivirlos en Escocia y que fue un internacionalista consecuente.

Un periodista chileno me decía que no era posible rendirle homenaje a Orwell porque era un socialista que había estudiado en Eton, la escuela aristocrática más prestigiosa de Inglaterra. Este periodista parece que exigía que los socialistas no tuvieran buena educación o que quizás por ser de la aristocracia no podía ser un socialista sincero, lo que parece ser un absurdo ya que hay multitud de ejemplos de marxistas y socialistas importantes que nunca fueron de la clase obrera y nadie ha negado la importancia de su acción u obra. Además, ni siquiera es cierto que fuera aristócrata, su padre era un funcionario menor en la India y lo que ocurre es que Orwell, cuando niño, ganó una beca para poder entrar en Eton, pero no tuvo ninguna posibilidad para seguir estudios universitarios, a pesar de que había sido aceptado en una de las universidades tradicionales inglesas. Parece que todavía algunos creen en la literatura proletaria y rechazan a Orwell porque no era proletario. Orwell nunca creyó en la literatura proletaria sino en “una literatura en la que se presta atención a los puntos de vista de la clase obrera, que se suponen del todo diferentes de los de las clases altas” como lo señala en la discusión que tuvo con Desmond Hawkins sobre “El escritor proletario” y agrega “creo que hoy por hoy, su literatura (la inexistente literatura proletaria) no puede ser más que literatura burguesa con una tendencia algo distinta”. De manera que parece absurdo citicar a Orwell por no ser algo que no pretendió ser.

Orwell y la pobreza.
Finalmente este periodista que lo detractaba, sostenía que Orwell había vivido como pobre para poder escribir reportajes sobre los vagabundos, los cesantes y los mineros. Pero sólo un periodista muy serio y riguroso podría ser capaz de hacer esos esfuerzos para lograr hacer reportajes que hasta ahora se les considera obras maestras ¿Tendría que haber sido efectivamente vagabundo, minero o cesante para escribirlas? Su obra “Miseria en Londres y París” (“Down and out in London and Paris”) es tan convincente, que el lector siente la angustia que significa buscar donde dormir o como lograr comer este día. Para mí, como lector, sólo Knut Hamsun en su libro “Hambre” y Gorki en alguno de sus cuentos como “Los primeros besos” son capaces de igualar a Orwell en las descripciomes del frío y del hambre. Sólo Jack London al describir las extenuantes jornadas de trabajo en las lavanderías es tan conmovedor como Orwell cuando cuenta el trabajo de camareros que deben trabajar 12 horas al día sirviendo regias comidas a los clientes adinerados, mientras ellos terminan su trabajo agotador al amanecer.

Su informe sobre las condiciones de vida de los distritos mineros en los años 30 con crisis de desempleo “El camino a Wigam Pier” (“The road to Wigam Pier”), cuenta la vida paupérrima de las familias mineras, carentes de combustibles, con muchas deudas y pocas esperanzas.Estas descripciones son contradichas por intelectuales que aseguran que las casas de los mineros eran hermosas, con bellos jardines, siempre bien calefaccionadas y con gente alegre, lo que se manifestaba en ruidosos partidos de fútbol, para ellos el desempleo era un factor temporal. Parece que los tiempos no han cambiado, cuando se describen las condiciones de vida en las poblaciones y en los campamentos chilenos, no falta el periodista que cuenta que la vida es alegre y que la comunidad se divierte hasta excesivamente.

Orwell y la política.
Los detractores de Orwell llegan a creer que éste nunca tuvo participación activa en política. En realidad cada día de su vida fue una acción política, manifestando su compromiso en su incorporación en la defensa de la República en España. Allí en 1936 se incorporó a las Brigadas Internacionales y luchó en el frente de Aragón, hasta que una bala le atravesó la garganta. Milagrosamente se salvó, a pesar de la carencia de servicios médicos en el mencionado frente y el diagnóstico de que sufriría de afasia por el resto de su vida, no se cumplió y pudo hablar al poco tiempo. En España Orwell sufrió su primera experiencia de la forma como se desnaturalizaba el poder popular. Mientras que en el frente, los soldados republicanos luchaban con armas del siglo XIX, en Barcelona, las tropas de la policía estaban equipadas con armas de último modelo, incluyendo armas pesadas, pues la ciudad estaba dominada por los sindicalistas, los anarquistas y grupos del Parido Obrero Unificado Marxista y la policía intentaba someterla al gobierno de Madrid, donde los comunistas tenían una marcada influencia.

Su experiencia en España se tradujo en una de las más bellas obras sobre ese acontecimiento, del cual se escribieron miles de novelas, testimonios y relatos. La obra de Orwell, sencilla, personal, pero a la vez capaz de anticipar lo que ocurriría en el mundo es “Homenaje a Cataluña”, que sin duda alguna es una obra trágica y bellísima y para algunos de sus estudiosos es su obra maestra.

El fracaso de la revolución popular.
Los detractores de Orwell no sólo existen ahora, en su vida lo torpedearon permanentemente. Yo creo que la razón de fondo está en que jamás justificó los crímenes de Stalin y sin dedicarse a ser un anti comunista, escribió obras que mostraron la esencia inhumana de revoluciones traicionadas en la sátira política más importante de la literatura inglesa desde los tiempos de Jonathan Swift. Su obra “Animal farm” (traducida como “Rebelión en la granja” o “Granja de animales”) es un trabajo impecable, literario y político, que muestra la transformación de una revolución libertaria e igualitaria, cuando los burócratas -los cerdos- construyen secretamente un nuevo sistema de dominación basado en el terror que entierra el idealismo de los animales en una ciénaga de poder, corrupción, propaganda, mentiras y represión, donde los cerdos logran ser “más iguales” que el resto de los animales. La consecuencia de estas obras maestras es que durante toda la vigencia del socialismo real Orwell estuvo prohibido en todos los países socialistas y en el resto del mundo, los comunistas lo consideraron su más peligroso enemigo, a pesar de lo cual “Granja de Animales” se tradujo, prácticamente a todos los idiomas (incluyendo ediciones clandestinas en ruso y ucraniano) y hacia 1983 ya se habían editado más de dos millones de ejemplares en el Reino Unido Y Penguin Books hasta ese año ya había publicado 53 ediciones.

El Estado de terror.
“Granja de animales” es el antecedente de otra de sus obras maestra: “1984” donde advierte del peligro de que el Estado deshumanizado postergue y viole los derechos fundamentales del hombre empleando el manejo de la información, la propaganda y la tortura como mecanismos esenciales de control social. Su conocimiento del nazismo, como corresponsal de guerra, fue otra de las bases de esta crítica social y de su temor del surgimiento del Estado totalitario, por lo tanto no es sólo una crítica al estado totalitario socialista, sino también al totalitarismo que estaba impregnando a muchos estados capitalistas.

Cuando se lee “1984” se aprecia la importancia que para mantenerse en el poder tiene la ideología a cargo del Ministerio de la Verdad. El régimen más inhumano, como la dictadura de Pinochet, debió producir argumentos, razones y justificaciones y “1984” fue una realidad en nuestro país. Los expertos manipuladores de EL MERCURIO tuvieron un rol muy destacado cuando sostuvieron con toda seriedad que en Chile no existían los detenidos desaparecidos, después armaron una explicación sosteniendo que la desaparición de personas es un fenómeno normal en todas las sociedades ¿Por qué no iba a ocurrir en Chile? Más adelante llegaron a presentar ante la Asamblea General de la Naciones Unidas los documentos oficiales que probaban que algunas personas consideradas detenidas desaparecidas no habían existido jamás, porque siguiendo el esquema diabólico de “1984” habían hecho desaparecer sus antecedentes del Registro Civil. El representante de Chile ante la ONU sufrió un revés terrible cuando los cadáveres de estas personas inexistentes fueron encontrados en Lonquén, pero con increíble soltura dijo que se trataba de un simple error y cuando regresó la democracia se le eligió senador. Más tarde se pasó al concepto de “los presuntos desaparecidos”. Algo parecido ocurrió con los ejecutados y Joaquín Lavín, que trabajó en EL MERCURIO participando en la elaboración de estas estrategias comunicacionales llegó a escribir la nueva historia de Chile, en su libro “Chile revolución silenciosa” donde explica el auge y bienestar que trajo la dictadura, señalando como grandes logros la excelencia en la salud, la previsión y la educación. En su libro no existen las violaciones a los derechos humanos y es su falsificación de la historia como la que se construía en “1984”.

La DINA-CNI jugó el mismo rol que desempeñaba el Ministerio del Amor y las sesiones de tortura que aparecen en las confesiones guardadas en la Vicaría de la Solidaridad parecen sacadas de “1984”. Hasta la imagen del “Big Brother”, trató de aplicarla Pinochet cuando impulsó que popularmente se le llamara “Tata”, como muchos de sus partidarios aún lo hacen, para indicar que si bien, de vez en cuando daba palizas, ellas se justificaban en el afán de enrielar a los descarriados. Cuando los militares allanaban una población y obligaban a todos los hombres a abandonar sus casas y permanecer vigilados por las tropas en alguna plaza o sitio eriazo, a altas horas de la noche, mientras se allanaban sus casas y se decidía a quienes se detendría, la prensa de la dictadura contaba que la gente agradecía esos tratos porque se sabía que era por el bien de la patria. Esto hace recordar los lemas que sostenía el Estado de “1984” “Paz es guerra”, “Libertad es esclavitud”, “Ignorancia es fortaleza”

Las filmaciones oficiales de los campos de concentración chilenos, donde los presos políticos desfilaban cantando himnos militares, eran presentadas en Chile como muestra de que el patriotismo había eliminado la odiada ideología marxista o que los delincuentes habían abandonado el delito por el amor a la patria.

El Estado de horror que Orwell anticipó tuvo una de sus expresiones más terribles y burdas en la dictadura militar chilena y “1984” fue su anticipación en muchos de sus aspectos. Con mucha claridad Orwell sostuvo que “democracia y totalitarismo no son lo mismo” y cuando hablaba de totalitarismo se refería a todas las dictaduras que asumen el poder total como ocurrió en Chile con Pinochet. Para O”Brien, el torturador de “1984” la imagen más perfecta del futuro ser humano era la huella de una bota en el aplastado rostro de la persona.

Todos los dictadores combatieron a Orwell.
A pesar del sentido democrático y socialista de toda la obra de Orwell, no sólo tuvo como enemigo al sistema capitalista vigente, sino que los comunistas fueron sus más encarnizados enemigos.

Cuando los comunistas imperaban en la izquierda, la calificación de “agente de la CIA”, les permitía aislar y enlodar a cualquiera otro que en la izquierda fuera capaz de levantar las posiciones del socialismo democrático o del anarquismo. En Chile, los comunistas usaron esos calificativos, pero desde que se estableció la alianza socialista comunista que culminó con el gobierno de Allende y fueron minoría dentro de esa coalición, dejaron de usar esas tácticas descalificadoras y emplearon una política de mayor respeto hacia los otros grupos de izquierda. A Orwell le tocó una época dura, y no lo calificaron de “agente de la CIA” porque todavía no estaba de moda, sino que simplemente lo acusaban de “ser agente de la policía”. La Unión Soviética había sido el principal factor en la derrota nazi y Stalin capitalizó el inmenso sacrificio del pueblo ruso que perdió más de 20 millones de personas en esa guerra, además, la izquierda británica era débil y fuera del Partido Comunista sólo existía el Partido Laborista Independiente, mientras que el Partido Laborista, de tendencia socialdemócrata era el que tenía respaldo popular. En estas condiciones y aprovechando el prestigio de Stalin, cualquiera que lo cuestionara, a un “Big Brother” o dictador absoluto, como lo hacía Orwell en sus obras, era condenado a la descalificación revolucionaria, dado que el PC era quien se asignaba la autoridad para definir quienes estaban con la revolución o en contra de ella: Orwell, en consecuencia, fue siempre descalificado.

Orwell conocía a la policía porque trabajo varios años en la Real Policía en Birmania, pero allí captó de inmediato la naturaleza del imperialismo británico y comprendió la situación de “los nativos” y entendió el funcionamiento de una burocracia formalista que incorporó en su novela “La marca” (“Burma days”), donde un juez nativo es corrupto, bajo los auspicios de los británicos. Pero su trabajo en la policía fue exclusivamente profesional y después la abandonó para cumplir su destino como escritor.

A pesar de que ya había logrado publicar algunas de sus obras, siempre tuvo una vida de dificultades económicas y fue víctima de tuberculosis crónica. Sus novelas más tradicionales “La hija del clérigo”, “Mantengamos la aspidistra en alto” y “Subir a por aire” se caracterizan porque sus personajes son seres corrientes, con problemas económicos, desempleados o con empleos miserables; con problemas sentimentales, no eran bellos y tenían limitaciones físicas como marcas, carencia de dientes, etc. y enfrentaba contradicciones, ya que tenían que optar entre un buen empleo o situación frente a la libertad y sacrificio que le imponían sus principios. Es la gente común de su Inglaterra, la que definió en su profundo ensayo político: “Inglaterra, tu Inglaterra”.

Las cumbres literarias de Orwell, como toda su obra es discutida desde que se escribieron. Para algunos críticos, su cuento “Disparándole a un elefante” es su obra literaria maestra, paro otros, como hemos señalado, no es posible no considerar el valor de obras políticas, que no por ello dejan de ser obras literarias como “Homenaje a Cataluña”, o “1984”.

Sus ensayos políticos también han recibido críticas, pero la tendencia es a darle cada vez más valor, por sus intentos de explicar el carácter inglés y la naturaleza de la sociedad inglesa. Algunos lo califican de ingenuo respecto de las posibilidades revolucionarias de Gran Bretaña, pero el programa de un Estado de Bienestar surgió de sus escritos y se aplicó en ese país. Sus ensayos “El león y el unicornio” referidos directamente al socialismo en Inglaterra y otros con énfasis en lo literario como “Dentro de la ballena” son también grandes obras. Finalmente, como corresponsal de guerra, columnista de periódicos, crítico literario, periodista en la BBC, etc., Orwell dejó un legado de otras obras literarias en esos campos, vinculados a hechos que ocurrían en ese momento, sobre los cuales había que informar y que opinar, como es el caso del desastre inglés en Francia o el posterior fracaso en Creta.

Su obra maestra.
Sin embargo, la obra maestra más perfecta que llevó a cabo Orwell fue su propia vida. En primer lugar entendió en profundidad la naturaleza de la nacionalidad inglesa destacando una visión crítica de su expresión imperialista, paro pasando de su esencia inglesa, que lo definió en todos sus aspectos, fue simultáneamente, un hombre universal en el sentido más riguroso del concepto.

Orwell que era un tenaz opositor a la política neutral inglesa de preguerra, se presentó para incorporarse a las filas, pero por su salud fue rechazado, sin embargo, de inmediato se incorporó al “Home Guard”, el ejército de reserva y se desempeñó como sargento en esa organización, que para él tenía un gran potencial revolucionario, ya que en la práctica era el pueblo armado.

Uno de sus biógrafos y amigo, Paul Potts, definió a Orwell como “Un quijote en bicicleta” y sostuvo que Orwell “fue mejor que cualquiera cosa que haya escrito” y sostiene que “su vida fue un duelo contra la mentira, para el que escogió como arma el idioma inglés”. En sus escritos, Orwell sostuvo que no se debían usar metáforas o figuras del lenguaje que sean ambiguas o confusas, criticando tanto a los conservadores como a los anarquistas de hablar con mentiras que suenen a verdades o que el asesinato aparezca respetable o el puro viento aparezca como sólido. Estas recomendaciones y otras de Orwell siguen estando vigentes para los políticos, los escritores y los periodistas más que nunca ahora. Para Orwell, las palabras “clase”, “totalitarismo”, “ciencia”, “progreso” “reaccionario, “burgués”, “igualdad” son usadas con sentidos variables y en la mayoría de los casos más o menos deshonestamente. Hace otros listados de palabras que ya carecen de significado por el abuso que se ha hecho de ellas. Su artículo “La política y la lengua inglesa” es un estudio que busca las causas de la decadencia de la lengua inglesa y trata de establecer la relación que debe existir entre la palabra y la verdad.

Actualmente los que descalificaban a Orwell se han diluido ante el derrumbe de las dictaduras de derecha y de izquierda y hay coincidencia de que sigue siendo un baluarte de un pensamiento democrático y socialista.

La obra de Orwell es hoy más popular que nunca y las ediciones de sus trabajos se multiplican y existen decenas de adaptaciones de sus obras al teatro y al cine. De manera que sigue pendiente la duda de si lo mejor de su obra son sus novelas, cuentos, ensayos políticos o artículos. La forma de resolver esta duda es leerlo y decidir por sí mismo.