El fracaso del socialismo y la alternativa de Allende

El fracaso del socialismo y la alternativa de Allende

boton-pdf

 

Patricio Orellana Vargas

  1. El dolor de recordar

¿Vale la pena recordar? ¿ Acaso no es abrir las puerta del dolor? ¿Acaso no es verificar, casi siempre el triunfo del mal sobre el bien?

Yo siempre he eludido recordar y revivir los dolorosos tiempos pasados, considerando que el pasado no lo podemos cambiar, aunque lo reinterpretemos de manera distinta mil veces. Seguirá siendo una serie compleja de sucesos con grandes incógnitas. Pero lo peor es creer que se pudo hacer otra cosa y criticar a los que no tuvieron esa visión. Las batallas se ganan o se pierden con el mismo ánimo, pero jamás una batalla perdida o ganada se transformará en su opuesto según la interpretación más inteligente que se haga. Será lo que fue.

No creo en algunos mitos repetidos: “ Quienes no conocen su historia están obligados a repetirla”, “Conocer los errores pasados permite evitarlos en el futuro”.

Pero casi siempre la historia tiene que ser conocida porque es una forma de conocernos a nosotros mismos, porque somos parte de la sociedad y una parte está determinada por el todo, así como el todo está determinado por sus partes.

Por supuesto que la historia se rehace para afirmar los intereses de cada uno, de cada grupo social. El olvido en una forma de recordar lo que no conviene y la falsificación es otra forma que pretende demostrar que no hay que repetir los errores del ayer.

  1. Concepción fatalista antes y después.

Creo que yo siempre pensé o intuí-antes y después- en la inevitabilidad del fracaso de la Unidad Popular. Pero al mismo tiempo, cuando existía, pensaba que era una obligación apoyarla hasta las últimas consecuencias aunque el fin era inevitable. En términos éticos era simplemente construir un imperativo categórico: El gobierno de la unidad popular representaba el bien para el pueblo de Chile y había que participar y defenderlo aunque estuviera destinada al fracaso.

Por lo tanto, no creeía que luchando más o cambiando la orientación del proceso se podía modificar su destino fatal ineludible.

Y como dice Walt Whitman Perder una batalla vale tanto como ganarla porque las batallas se pierden con el mismo ánimo con el que se ganan.

Con ello quiero establecer dos cosas: reconocer la derrota y establecer que en muchas oportunidades la derrota tiene más dignidad que el triunfo.

  1. Como era Chile: Un caso de desarrollo frustrado.

En los años sesenta del siglo pasado, Chile era un país subdesarrollado como ahora. Claro que era un subdesarrollo distinto.

A pesar de los esfuerzos como nación, Chile no lograba desarrollarse y en su seno siempre estaban en pugna dos corrientes, una tradicional, liberal y capitalista bárbara y por la otra, un proyecto de sociedad mixta con gran importancia del sector público.

Como lo señala un historiador, Chile fue y es producto del Estado. Nació por una decisión de Estado y se organizó encabezada por el Estado. Al revés de una forma, que podríamos llamar “natural”, el Estado no fue la culminación de un proceso, sino que su inicio y su estructura fundamental.

En el siglo XX, hasta 1973, de las 20 mayores empresas, sólo una era privada (la Papelera). Todas las demás (Ferrocarriles, Puertos, Líneas Aéreas, Acero, Petróleo, Electricidad, Metalurgia, salitre, pesca, carbón, turismo, transporte, comercio, navieras, educación, salud, bancos, azúcar, etc. eran empresas públicas). Sin embargo, había empresas privadas de significación en la minería, generalmente extranjeras, cuatro grandes empresas textiles privadas nacionales, algunas electrodomésticas, armaduría de automóviles y bancos. En total se consideraba que debían nacionalizarse 80 empresas grandes. Además los privados eran los dueños de las medianas y pequeñas empresas de manufacturas y del sector comercio y servicios, además de la agricultura tradicional.

La derecha sostenía que el atraso se debía a la hipertrofia del Estado y los estatistas sostenían que no había inversión privada, ya que el consumo suntuario lo impedía. El 10 % de la población disfrutaba del 50% del ingreso y casi no ahorraba ni invertía.

Junto a esa realidad del Chile más moderno, estaba una gran lacra: un campo semi feudal. Grandes haciendas y fundos que mantenían una sociedad pre industrial compuesta de hacendados, medieros, inquilinos, empleados, afuerinos, pequeños campesinos, temporeros y dependientes. Ese agro era socialmente muy importante y era muy atrasado y basado en la agricultura extensiva.

La excusa de este atraso era que Chile no tenía recursos naturales apropiados para una agricultura con altos niveles productividad. Más de la mitad del país son montañas y desiertos estériles. En el otro extremo el clima dificultaba el establecimiento humano por lluvias y nevadas intensas. Más de la mitad del territorio estaba casi despoblado y se definía como “una loca geografía” cubierta de desiertos, montañas, glaciares, páramos y lagos.

A pesar de que había un valle central de clima mediterráneo y buen mar, donde estaba la mayoría de la población , Chile era incapaz de producir los cereales, la carne y los lácteos para alimentar su población y debía importarlos de la vecina Argentina. La manufactura era dependiente tecnológicamente de los países desarrollados y el país, en su conjunto, dependía del comercio y las inversiones extranjeras.

La riqueza fundamental del país eran sus recursos minerales, la plata y el salitre había permitido al país vivir casi un siglo sin que se pagasen impuestos personales. En la segunda mitad del siglo XX el cobre era su riqueza fundamental y el país tiene casi un tercio de las existencia mundial de este metal, que es fundamental en la economía moderna centrada en la electricidad. En términos comparativos, Chile en relación al cobre, es mucho más importante que Arabia Saudita en relación al petróleo.

  1. Las dos doctrinas en pugna.

Los intereses de los grupos económicos, en este caso de la aristocracia y los empresarios frente a los trabajadores, estaban en permanente pugna. Cada grupo elaboraba teorías y argumentos en pro de sus intereses específicos y gran parte de la lucha política se daba en el ámbito de las ideas. La lucha ideológica pasa a ser fundamental entre derecha e izquierda con la ambigüedad del centro, que fluctúa entre uno y otro.

Por una parte, La CEPAL había desarrollado toda una teoría respecto de las causa del subdesarrollo, era la teoría estructuralista. En síntesis esta teoría sostenía una concepción de desarrollo económico y social que implicaba enfrentar la dependencia externa de los Estados Unidos cuyo comercio se basaba en comprar las materias primas y vender productos manufacturados, lo que significaba un deterioro más o menos constante de los términos de intercambio, además de la mantención del atraso tecnológico y el cobro de royalties por su uso. La CEPAL era favorable al desarrollo hacia dentro y, señalaba que el atraso agrario sólo podía ser resuelto mediante una profunda reforma, estipulaba el rol activo del Estado en inversión y tecnología y el énfasis en la educación, la salud y la organización social. Propiciaba reformas tributarias para mejorar la distribución del ingreso. Finalmente favorecía una reforma de la Administración Pública y potenciar el desarrollo cultural. Este enfoque se centraba en el análisis de las estructuras económicas.

Varios de los hombres de la CEPAL se incorporaron como ministros de Allende: Martner, Vuscovic, Matus y otros dejaron sus cargos internacionales y fueron consecuentes seguidores de Allende.

En la acera opuesta, la aristocracia y los empresarios acogían las teorías monetaristas que se iniciaban en las universidades norteamericanas. Consideraban que el énfasis había que ponerlo en el manejo de los flujos monetarios para controlar la inflación, que consideraban como la enfermedad que impedía el desarrollo. Este orden aplicado atraería inversiones extranjeras y estimularía el desarrollo del país permitiendo la expansión de la empresa privada a todos los ámbitos, desplazando al Estado que considerabanper se ineficiente.

  1. La legitimidad del gobierno de Allende.

Cuando se analiza el gobierno de Allende siempre se parte de la premisa de que era un gobierno minoritario. Efectivamente, el primer gobierno marxista del mundo que había ascendido en elecciones democráticas sólo había logrado el 36,3 % de la votación, su más cercano contrincante (la derecha) había logrado el 34,9%) y el tercer candidato, de centro el saldo, de manera que los dos candidatos derotados casi doblaban la votación popular. Sin embargo, las leyes vigentes permitían el triunfo de cualquiera de los dos principales ganadores de acuerdo con la decisión del Parlamento. En esta oportunidad, la Democracia Cristiana decidió apoyar al primer candidato, Salvador Allende.

En la segunda elección que se realizó en 1971 la UP alcanzó la mayoría con el 51%. Fue un éxito sin precedentes en el mundo. Que una coalición marxista obtuviera ese apoyo era derribar toda la parafernalia propagandista y de manejo de opinión que la burguesía manipula permanentemente en las elecciones.

¡Y eran elecciones totalmente libres! Lo negativo es que eran elecciones municipales y no parlamentarias y a pesar del triunfo de la UP, la derecha desarrolló con tal habilidad la propaganda exaltando sus triunfos parciales, que para la opinión pública quedó registrado como un triunfo de la derecha.

En la tercera elección, que era parlamentaria, todos los pronósticos eran la de un desastre para la UP, pues la situación económica se había deteriorado terriblemente: había inflación creciente, desabastecimiento, paros patronales, etc. Las derechas estaban seguras que lograrían los 2/3 de la votación y así podrían derrocar legalmente a Allende. Sin embargo, ocurrió un verdadero milagro, la UP creció con respecto de la última elección parlamentaria llegando al 43%, lo que habitualmente es un apoyo suficiente para mantener un gobierno.

De manera que la visión de la falta de legitimidad democrática del gobierno de Allende fue una falsificación de la historia.

  1. Las realizaciones de la UP.

La Unidad Popular concebía una economía mixta, con un fuerte sector público predominante en los sectores estratégicos: minería, bancos, electricidada, transporte, siderurgia, petróleo, comercio exterior y abastecimientos. Sin embargo, el sector de las empresas públicas se amplió más allá de lo programado, por la ocupación de empresas grandes y medianas de todos los sectores que eran ocupadas por los trabajadores. Esto creo una tremenda complejidad en el manejo y financiamiento de empresas de la más diversa naturaleza.

Pero este proceso de nacionalización o autogestión no podía ser impedido por la coalición gobernante ni por el Presidente, porque era una aspiración legítima de los trabajadores que habían soportado durante décadas una economía basada en la explotación máxima.

Esta fue una efectiva transformación social, pero a la vez una de los generadores del desabastecimiento posterior.

A pesar de la brevedad del gobierno de Allende, de sólo mil días, sus transformaciones estructurales fueron muy significativas históricamente. Antes de la UP, Chile era un país, en gran medida, agrario con predominio del latifundio improductivo y una compleja estructura de clases en el campo, que iba desde los patrones, los empleados, los medieros, inquilinos, peones, trabajadores temporales y un conjunto de campesinos minifundistas y otros sin tierra. La población rural era numerosa. Los cambios en el agro, que comenzaron con el gobierno de Frei Montalva, pero que se profundizaron con la UP, transformó totalmente el país. Su población rural, disminuyó radicalmente, desapareció la gran hacienda y con ella también se eliminaron los medieros, inquilinos y otros grupos rurales explotados y se constituyeron cientos de asentamientos con un régimen colectivo de la tierra. Al final de la UP, a pesar de la represión de la dictadura y su contra-reforma agraria, el campo chileno era radicalmente distinto y con él, el país en su conjunto. Un proceso de modernización había avanzado a pasos agigantados desapareciendo la gran hacienda y gran parte del minifundio.

El otro cambio radical fue la nacionalización del cobre y con ello una relación de mayor autonomía de los estados de los países subdesarrollados frente a las transnacionales. Esta nacionalización, mantenida parcialmente hasta ahora por el interés castrense, es otra transformación estructural, que si bien no se profundizó, también transformó la capacidad económica del Estado y sigue siendo la base de la relativa prosperidad actual, aunque el sector nacionalizado es ahora minoritario.

Como en muchas otras nacionalizaciones, la negativa de los Estados Unidos fue absoluta. El gobierno de ese país no se diferencio de la actitud de los propietarios norteamericanos de la gran minería del cobre chileno. No había diferencia entre empresa yanqui y gobierno yanqui. Muy diferente fue la actitud que existió durante el gobierno anterior, el de la Democracia Cristiana, que siendo un gobierno con una posición muy progresista, había chilenizado el cobre. Esta chilenización significó que el Estado de Chile pasaba a tener el 51% de la propiedad del cobre, pero la administración y dirección de las minas seguía en manos norteamericanas bajo el argumento que ellos poseían el dominio de la tecnología. De esta manera los administradores podían realizar maniobras financieras que disminuían las ganancias en Chile, traspasándolas al exterior a través de pagos financieros sin fundamentos.

Cuando la Unidad Popular realizó la nacionalización de verdad, aplicando lo que se llamó “doctrina Allende” que consistió en no pagar indemnización por la nacionalización, sino establecer que había habido una rentabilidad excesiva que debía devolverse, de esta manera, el saldo era positivo para Chile. De inmediato el gobierno de Estados Unidos rechazó esta solución e impuso el embargo de partidas de cobre chileno en los puertos de Europa y estableció el bloqueo de los fondos. La actitud norteamericana fue de rechazo total y se argumentó que los técnicos chilenos serían incapaces de administrar las minas. Hoy se sabe que los norteamericanos realizaron un boycot perverso en todas esas empresas, llevándose los manuales, planos y hasta piezas mecánicas fundamentales al traspasar el control al Estado. Sin embargo, las minas siguieron produciendo al mismo nivel. Entonces las maniobras norteamericanas empezaron a centrarse en tener resultados en el nivel de los mercados mundiales. El mercado de Londres, que según la teoría económica funcionaba en virtud de una mano invisible, empezó a funcionar de acuerdo a los intereses directos de los norteamericanos y el precio del cobre se derrumbó. La mano invisible era cada vez más visible y lucía barras y estrellas. De manera que el Gobierno de la Unidad Popular debió enfrentar la peor situación imaginable de comercio internacional, lo que redujo sustancialmente su capacidad para importar, justo cuando el desabastecimiento era generalizado en el país, especialmente en lo relativo a tecnologías por la carencia de repuestos y la imposibilidad de renovar maquinarias y equipos.

Cómo se enfrentó la pobreza.

Algunos aspectos dramáticos de la pobreza empezaron a enfrentarse con seriedad profunda: fueron la desnutrición y la mortalidad infantil. Medidas como “el medio litro de leche” que llegó a todos los niños de Chile y las concepciones de la salubridad y salud pública que ya se habían consolidado en Chile, produjeron cambios, cuyos frutos se lograron posteriormente, pero los pasos fundamentales se dieron en el gobierno popular. Otros avances notorios fueron en la construcción de viviendas populares y la autoconstrucción en terrenos tomados por los sin casa. Mientras la desnutrición infantil llegaba al 50% de los niños menores de 15 años y la mortalidad infantil era de más de 300 muertes por cada mil menores de un año, paso a menos de 30 la mortalidad infantil, entre 1962 y 1990 disminuyó la mortalidad infantil en 86.7% y la desnutrición desapareció hacia 1990, pero el cambio fueron las medidas que se iniciaron durante la UP y se mantuvieron posteriormente

Los avances más notables fueron en el plano cultural, hubo un florecimiento que nunca antes se había logrado en la música, la literatura y el teatro. Su expresión más concreta fue la obra de la Editorial estatal Quimantú, (que era una editorial privada que había quebrado y que fue nacionalizada como editorial del Estado). Esta empresa publicó millones de libros de diversa naturaleza y logró que la lectura empezara a masificarse. En un país donde las ediciones de libros eran habitualmente de un par de miles de ejemplares, se pasó a tirajes de 50.000 y todas las semanas había nuevos libros a precios muy económicos, a pesar de que las empresas papeleras boycoteaban la producción de papel y producían un desabastecimiento masivo. Se veía a la gente leyendo en las plazas, en los buses y en casi todas las casas modestas empezó estar presente un nuevo habitante: el libro.

Para los chilenos, que nos valoramos y nos desvaloramos simultáneamente, consideramos que Chile es el país de la poesía. Los poetas son como la mala hierba improductiva según algunos. Pero al mismo tiempo durante la época de la UP, Chile tuvo el honor de recibir su segundo premio Nobel de Literatura con la poesía de Pablo Neruda. Quizás no ganó el tercero, porque Nicanor Parra coqueteó con la dictadura, aunque el resto de su vida se arrepintió.

Finalmente en el plano de los valores, el gobierno de la UP mantuvo la consigna de Allende: “meteremos las patas, pero jamás las manos”. Con ello se estableció una probidad estatal sin parangón en la historia de América Latina. Nadie pudo acusar a la UP de corrupción a pesar de que se intentó levantar una serie de calumnias, que la historia objetiva desvaneció absolutamente.

  1. La participación y la reforma administrativa.

Finalmente, la democracia se profundizó en planos muy poco conocidos como fue el sistema de participación en la dirección de empresas y servicios, lo que se aplicó intensamente durante los mil días de la UP. Este modelo original de participación, ajeno a las experiencias del socialismo real y del capitalismo moderno, es un modelo que aún tiene trascendencia en el plano teórico y ha sido estudiado en muchas instancias académicas extranjeras. Algo parecido ocurrió en las universidades y escuelas, con la participación mucho más importante de los estudiantes, docentes y administrativos en la gestión. Estas transformaciones se manifestaron también en otros planos de la sociedad civil: la salud, la educación, los sindicatos, juntas de vecinos, centros de madres y diversos tipos de comités sociales y políticos que surgieron por todas partes.

Un aspecto desconocido generalmente, es el de la experiencia de la participación y es lo que pretendo destacar, por su novedad y especialmente porque fue el ámbito en el cual yo trabajé durante la Unidad Popular. Por este motivo pido disculpas.

El trabajo es una actividad central del ser humano. Casi nadie puede eludir este quehacer para poder vivir. Simultáneamente es explotación y la verdadera fuente de la riqueza.

También el trabajo está organizado de tal manera en la sociedad capitalista que en el mismo proceso se genera poder y éste se acumula en quien dirige la producción. No basta entonces cambiar la propiedad de los medios de producción, sino que también democratizar las estructuras productivas. El modelo casi universal del trabajo se basa en la divsión del trabajo y en la división en clases. Eso contituye la esencia de la organización y es la jerarquía, que se sustenta en el monopolio del saber y que permite establecer a personas en el poder porque saben o sirven a los que saben y aquellos que se supone que sus conocimientos son inferiores y quedan ubicados en niveles más bajos y peores y deben soportar la autoridad de seres superiores que pueden tomar decisiones por ellos, incluyendo hasta la muerte laboral, que es el despido y la cesantía.

En el socialismo real se establecieron diversas formas de resolver este problema social, en Rusia fueron los soviets o consejos de trabajadores, en China los equipos de trabajo en Yugoeslavia fue la autogestión. Por su parte en el capitalismo se optó por formas de anestesia social: las relaciones humanas, la psicología laboral, la desjerarquización, el empowerment, la gerencia participativa y el coaching. Además ambos sistemas adoptaron marginalmente a las cooperativas, cuya esencia era el trabajo basada en el principio de un hombre un voto, lo que eliminaba la asimetría que implicaba los distintos aportes de capital.

En Chile se partió de la premisa que en la producción, no sólo se creaba valor, sino que también se creaba poder, este poder operado desde la propiedad del capital, establecía la jeraquía que protegía sus intereses en toda la estructura administrativa y productiva, a través de la jeraquía. La división y distribución de poder, centrándolo en los altos niveles y eliminándolo en los bajos niveles, era un requisito productivo y de la explotación misma. De esta manera que no sólo había una distribución inequitativa del ingreso sino también del poder. Esto ocurría tanto en el sector público como en el privado.

En el Gobierno de la UP se estableció como principio la participación. Participar era tomar parte en el poder, por lo tanto no era tomar el poder, sino entender que el poder persistía, pero se desmenuzaba y perdía su carácter monolítico. Ya no era monopolio del dueño de la empresa o director público que distribuía parte de él para conseguir la subordinación en todos los niveles. Ahora el poder debía a la vez concentrarse en la cúspide de la empresa, que representaba la sociedad toda y descentralizarse en todos los trabajadores de la empresa.

Pero establecer leyes que instauraran este sistema requería de una mayoría parlamentaria que no existía.

La solución elegida, fue precisamente participativa: Se creó una comisión con representantes del gobierno y de la central de trabajadores, ambas entidades con equivalente representación. Era una tarea urgente, pues todos sabían que la estabilidad del gobierno era una cuestión difícil de mantener si no se lograba un apoyo masivo inmediato.

La Comisión funcionó en este clima de urgencia y pretendió revisar los métodos de participación en el mundo, pero eso era caer en un lento academicismo paralizante, de manera que a la tercera semana uno de los miembros presento un proyecto completo, el que fue discutido y aprobado con gran premura, logrando unanimidad.

El proyecto chileno se basó en que las empresas eran de la sociedad toda, que representada por el Estado era la propietaria de la empresa, pero a la vez se reconocía que los trabajadores eran la empresa : no se aceptaba la visión mecanicista de que la empresa era el conjunto de trabajo, capital y recursos naturales y financieros. La empresa era una sociedad de personas, dos personas sociales: El Estado y el conjunto de trabajadores.

Como se señaló, existían rigideces legales que impedía hacer cambios, entonces se adoptó una solución pragmática garantizada por la ideología de la UP. Todos los directores de empresa, para serlo aceptaban el sistema de participación, que implicaba que tenían adjunto un consejo asesor compuesto de 5 representantes de los trabajadores y 5 representantes del Estado y era presidido por el Director. Esto aseguraba el carácter social-nacional de la empresa, pero daba una cuota de poder del 45,45% del poder a los trabajadores, pues el director debía aceptar las decisiones del Consejo (ya que su carácter de asesor era meramente un formulismo legal), pero como en toda asesoría el ejecutivo podía aceptar o no las proposiciones, aquí, por compromiso político del director eran obligatorias. Este sistema aseguraba que no se adoptaran decisiones radicales como la autogestión o el incremento ilegal de los salarios

De esta forma los trabajadores tenían un poder que no existía en ninún tipo de empresa significativa en el mundo (excepto las autogestionadas). Se aceptó con precisión que participar era tener una cuota del poder, pero no todo el poder.

No se podía implementar la autogestión en las grandes empresas, pues su capital era social y pertenecía al país todo, en especial las empresas que explotaban recursos naturales, que evidentemente no eran de los trabajadores de la empresa específica, sino de la nación toda.

En segundo lugar, se establecieron consejos similares en todos los niveles, de manera que el poder quedó participado en todas las instancias. Además se establecieron las asambleas de trabajadores para discutir los problemas centrales de la empresa.

Este modelo, se explicitó en “Las Normas Básicas de Participación” del convenio entre el gobierno y la Central Única de Trabajadores.

La Autogestión no fue rechazada y se aplicó masivamente a las empresas medianas y pequeñas que eran ocupadas por los trabajadores.

Este sistema pretendía contribuir a formar un nuevo tipo de trabajador, terminar con el trabajador pasivo y obediente y transformarlo en un vigilante del uso del poder y de la generación de colaboración inteligente e innovadora de quienes más conocían el proceso productivo. En la etapa final del gobierno y como manera de contrarrestar los paros patronales se constituyerion los llamados cordones industriales que agrupaban a industrias por área geográfica.

Aplicar este sistema era entones una tarea compleja, pues ni los directivos, los mandos medios y los trabajadores estaban preparados para esta nueva forma de gestión. Para lograrlo, en pocos meses se dictaron cursos de capacitación en participación en casi todas las provincias y empresas del país. Hubo centenares de empresas que aplicaron estas normas, pero la brevedad del Gobierno de la Unidad Popular impidió evaluar sus resultados, sólo se observó la efervescencia inicial que fue muy estimulante. La dictadura militar eliminó totalmente el sistema y los trabajadores que habían ocupado cargos directivos fueron los que sufrieron persecuciones más drásticas.

Las intenciones de descentralizar el país, así como una reforma administrativa, quedaron como proyectos elaborados, pero no se les pudo aplicar, aunque hubo avances notables en la Administración Pública, especialmente en planificación y capacitación, lo que permitió que la burocracia civil fuera totalmente leal al gobierno, mientras que la burocracia militar vivía entre intrigas y maniobras para defender los intereses de los ricos y poderosos.

  1. La visión negativa.

Las realizaciones del gobierno de Allende abrieron las compuertas que habían mantenido pasivos a los trabajadores y las grandes masas populares. Surgieron violentamente todas las aspiraciones de los postergados, de los humildes y los pobres sin razón. Algunos pequeños partidos de izquierda formularon la tesis de crear poder popular, lo que implicaba tomas de predios agrícolas, cualquiera fuera su tamaño, apropiación de pequeñas y medianas empresas, etc. Era lo que deseaban los que habían sido explotados por siglos.

Estas apropiaciones determinaron que grupos vinculados a la pequeña empresa y la pequeña propiedad asimilaran sus intereses a los de los grandes propietarios. Los propietarios de camiones y del pequeño comercio se afiliaron a las filas de los grandes y ricos empresario y le dieron una base social muy amplia. Por su parte la Democracia Cristiana atrajo a amplios sectores de trabajadores bajo el lema de que “No se trata de cambiar de patrón, cambiando al privado por el estado. Se trata de eliminar al patrón” y propiciaban la empresa de trabajadores sin patrones. Es decir apoyaban la autogestión y la apropiación de los recursos naturales por parte de esas empresas. Esta medida, absolutamente demagógica, ilusionó a muchos mineros del cobre que se veían como propietarios de la principal riqueza del país. Demás está señalar, que esta bandera demagógica nunca más la levantó la DC, pero cumplió con el objetivo de dividir a la clase obrera durante el gobierno popular.

Todos los cambios que afectaban la propiedad de las empresas y negocios provocó un desorden muy importante en la producción y el auge de 1971 ya estaba agotado al año siguiente.

La participación masiva de los propietarios en la creación de un mercado negro fue la alternativa que construyeron para seguir obteniendo ganancias, este mercado prosperó ante la deficiencias en detrerminados sectores productivos. Especialmente en las manufactura y lo la industria alimenticia.

  1. Los enemigos de la UP: Estados Unidos y la Unión Soviética.

La crisis que debió enfrentar el socialismo chileno cuando la contrarevolución burguesa triunfó derribando el gobierno de Allende, se inserta en la crisis global del socialismo.

Para algunos, el imperialismo norteamericano tenía que impedir el desarrollo de un socialismo democrático en el cono sur de América y paralelamente la Unión Soviética no podía permitir el triunfo de una revolución similar en Checoeslovaquía. En este sentido las dos potencias dominantes veían una amenaza para ambas si triunfaba una alternativa socialista que superara los socialismos reales y captara el apoyo de las masas en todo el mundo.

Esa pudo ser la trascendencia de la épica histórica del socialismo en el caso chileno. Porque enfrentaba simultáneamente al capitalismo y elegía una vía distinta al socialismo que la que se había implementado en los países del socialismo real. Su diferencia es que a la concepción anti capitalista le incorporaba como substancia la existencia de una verdadera democracia.

La indiferencia de la Unión Soviética respecto del experimento chileno se basaba en dos razones, una teórica, el temor de probar un socialismo humano y democrático y por otra, el pragmatismo geopolítico basado en el temor de entrar en territorios que habían estado dominados por los norteamericanos desde hacía más de un siglo.

El imperialismo norteamericano tenía una fiebre anti revolucionaria y no podía soportar que en su área más segura de influencia, surgiera otra nación que discrepaba de sus orientaciones e intereses. El odio desatado se ilustra con las expresiones groseras de Nixon: “son of a bitch”, “That bastard ” o los párrafos del embajador norteamericano en una carta al líder de la Democracia Cristiana chilena: “Debe saber que no permitiremos que llegue a Chile ni un tornillo, ni una tuerca. En cuanto asuma Allende, haremos todo cuanto esté en nuestras manos para condenar a Chile y los chilenos a las mayores privaciones y miserias” (octubre de 1970). La CIA precisaba esta posición ”Informar a los oficiales golpistas que Estados Unidos les dará su respaldo total en el golpe.

La alternativa allendista era un peligro para los dos polos de la guerra fría: el capitalismo y el socialismo burocrático.

  1. Trascendencia y legado de la unidad popular.

La gesta de la Unidad popular es una de las más limpias y sugerentes de la historia.

En primer lugar fue una lucha entre David y dos Goliats tecnológicamente super potencias, de manera que el arma primitiva de la honda, en este caso de la razón, no podía alcanzar la victoria.

Otro factor que determinó el desastre es la falta de unidad de la Unidad Popular. Hay que reconocer que el Partido Comunista y Allende fueron los que tuvieron la actitud más sensata, el Partido Socialista se enfrasco en discusiones falsas sobre la toma del poder por las armas, cuando se carecía de ella. El MIR por su parte fue una mera ilusión y sus excepcionales actos heroicos no tuvieron ninguna trascendencia.

El factor determinante del fracaso de la UP fue el Partido Demócrata Cristiano, que en el gobierno de Frei Montalva había jugado un rol progresista y modernizador, pero que cayó en la trampa de temer la instauración de la dictadura del proletariado y para evitarlo estableció una alianza con la derecha, lo que fue un abrazo mortal, pues desde entonces la DC perdió toda su convicción comunitaria y fue absorbida por la ideología de la derecha y el imperialismo. Ni siquiera su separación posterior de la dictadura significó volver a su ideología anterior y se transformó en la más ferviente creyente, no de Dios, sino que del neoliberalismo que impuso en la época de la Concertación.

La posición de la Democracia Cristiana era pertinente ya que como tendencia mundial fue siempre anti comunista y defensora del capitalismo, aunque en algunos países latinoamericanos pudo adoptar posiciones más progresistas, como en Uruguay y Chile.

Es fácil pensar que si se tenía una política de aproximación con la DC podría haberse detenido el golpe militar, pero había ya una historia de fricciones con ella. La Izquierda tuvo un oposición tenaz al gobierno de Frei, que con el apoyo de la derecha había logrado la mayoría absoluta en 1964, este ataque le hizo perder apoyo y ya en 1970 apenas era la tercera fuerza política y sectores de la DC la abandonaban y apoyaban a la Unidad Popular (MAPU e Izquierda Cristiana) lo que influyó en que la DC se derechizara al estrechar su alianza con los golpistas. Además, la DC combatió a la Unidad Popular con tanta saña como la derecha y apoyó el golpe.

Sin embargo, pocos meses después abandonó esa postura y se percató del carácter de la dictadura. A su vez la dictadura fue muy hábil, pues si bien los personeros destacados de la DC abandonaron el gobierno militar, la dictadura dejó en sus cargos de segundo nivel a muchos demócratas cristianos, de manera que siempre, dentro de la DC, no había una posición radical en contra de la dictadura. En este sentido la dictadura fue mucho más hábil que la UP, que no tuvo contemplaciones con la Democracia Cristiana pues el antagonismo era insuperable entre la DC y la UP.

Después de la batalla se pueden resolver todas las derrotas. Los críticos señalan la falta de una visión de la situación internacional y el bloqueo a Cuba, Chile debería haber tendido a buscar aliados en la región y haber detenido el proceso de reformas con una orientación más estabilizadora y una perspectiva más socialdemócrata.

Si uno piensa en la diferencia de la manera de pensar en Chile entre 1970 y actualmente (2011) la conclusión más evidente es que se trata de personas de dos planetas o épocas absolutamente distintas. En 1970 había discusión política, actividad grupal, participación, discrepancias violentas, Hoy hay un conformismo total y una especie de barbarie intelectual predomina en la juventud y hasta en todos los niveles educacionales. Vargas Llosa dice que el hablar y escribir de la juventud cada vez los aproxima

a ser verdaderos simios. Pero al mismo tiempo surge la protesta estudiantil a un nivel que era imposible imaginar unos meses antes.

11. El socialismo en la perspectiva actual.

La situación posterior al golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 es claramente la de una derrota estratégica del socialismo en Chile.

En realidad, la utopía socialista chilena estaba destinada al fracaso, ante el rechazo simultáneo de los dos polos hegemónicos del mundo. La única posibilidad era adherir al modelo cubano y ser sostenido económicamente por la Unión Soviética, lo que era extraordinariamente difícil en función de factores geopolíticos y porque exigía la sumisión y desnaturalización del modelo de desarrollo socialista democrático que postulaba la Unidad Popular. Además no se conocía el grado de descomposición de la Unión Soviética quince años de su derrumbe.

El fracaso de los socialismos.

El derrumbe del socialismo real es la manifestación evidente del triunfo del capitalismo.

El capitalismo ha sido capaz de adquirir una velocidad vertiginosa en el desarrollo tecnológico que ha impulsado el crecimiento económico y hay que reconocer que ha sido capaz de brindar al ser humano una situación de bienestar que el socialismo fue incapaz de proporcionar, aunque mantenga la explotación y la desigualdad.

La Unión Soviética fue derrotada en la guerra de las galaxias, que era una guerra tecnológica, acompañada de un burocratismo que demostró que el paraíso socialista nunca existió, ellos provocaron la caída del muro de Berlín y la desintegración del mundo del socialismo real

12. La democracia es fundamental.

El otro factor esencial fue la naturaleza de la democracia en ambos sistemas.

En el socialismo real la democracia era descaradamente anulada y en esos países nadie creía en la existencia de libertad de opinión, de organización, de prensa, etc. Y las elecciones eran absurdamente desnaturalizadas y violadas falsificando los resultados.

En cambio, en el capitalismo, la democracia formal, puso énfasis en eso: en las formas. Aunque en el fondo, la democracia burguesa es esencialmente limitada e impide los cambios profundos, sus formas externas son muy convincentes: la realización de elecciones efectivas, la existencia de partidos, la libertad de opinión y de prensa, etc. son muy valiosas, aunque cada uno de estos derechos es debilitado y hasta negado por la propiedad y el control de los medios de comunicación, la propaganda y la justicia vigente.

La necesaria unidad entre socialismo y democracia nunca se ha podido resolver, pero la Unida Popular fue un intento cabal. En su programa figuraba como aspectos sobresalientes un conjunto de medidas que en los ámbitos principales de la sociedad intentaban profundizar la democracia y hacerla netamente participativa en todos los niveles, adoptando las proposiciones de revocación de mandatos, elección de todas las autoridades populares, plebiscitos, etc.

La socialdemocracia fue un intento distinto de conciliar democracia con socialismo y era la esencia del proyecto, pero también fracasó, quizás por razones económicas y hoy casi todos los partidos socialdemócratas europeos han claudicado ante la absoluta vigencia del neoliberalismo.

En todos los casos del socialismo real se cumplió con la tesis de Lord Acton: “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. El caso extremo es el de la corrupción en Rusia, donde la mafia actual está dirigida y organizada en torno a ex jerarcas del Partido Comunista que ahora tienen el control de las empresas y del estado.

El programa y la práctica de la unidad Popular sostuvo el principio de la honradez pública y el de la austeridad en los cargos y gastos públicos.

El trasfondo de la Unidad Popular era el compartir el poder y establecer mecanismos de control popular que impidieran las filtraciones. Y esto funcionó hasta el último de los mil días de este socialismo trágico.

La importancia de la experiencia chilena de la Unidad Popular y quizás de Checoeslovaquia, era la de un socialismo con efectiva democracia. De allí el interés de las dos potencias mundiales de eliminarlas.

13. El rol de Allende.

Sin duda, Salvador Allende representa un personaje histórico en el que se funden el socialismo y la democracia. Toda su vida es la de un socialista combativo y comprometido con el pueblo. Pero también fue un demócrata intransigente.

Esta dualidad es casi imposible de encontrar en los grandes héroes de las luchas sociales, impera en ellos una u otra categoría e impide encontrar a alguien que haya tenido esta totalidad.

Sin embargos, muchas veces Allende quedó solo y puso mucha confianza en su relación con los militares y los partidos que lo apoyaban creían que su democracia no se subordinaba a las necesidades revolucionarios. En realidad, quienes le dieron un apoyo permanente fueron los comunistas, que fueron capaces de tener una visión mucho más pragmática de las posibilidades de éxito de la revolución en Chile. Pero hay que dejar en claro que Allende fue un socialista convencido y nunca se subordinó al comunismo porque su integridad democrática no podía convivir con soluciones violentas y dictatoriales. El Partido Socialista, demostró su inmadurez y fundado en las amenazas ciertas convocaba a una profundización del movimiento, pero careciendo de sustento popular efectivo, sólo reflejaba las buenas intenciones y el compromiso con la causa revolucionaria.

El legado de Allende es en síntesis que el socialismo sólo puede triunfar con democracia y que la democracia, para ser tal debe ser socialista. Demostró consecuencia con este postulado, a pesar de intentar siempre el diálogo, era capaz de mantener sus principios sin claudicaciones. Ese es su ejemplo.

14. El golpe militar.

El desequilibrio político y social que se produjo en Chile fue consecuencia de la actitud de la Democracia Cristiana. Su alianza, en abrazo mortal con la derecha, significó la muerte de todos sus principios comunitarios y le dio la legitimidad que los sectores medios dan a la acción de las derechas oligárquicas.

La confrontación de la derecha y el imperialismo frente a la izquierda chilena se desequilibró cuando la DC adoptó su definición golpista. Allí está la raíz del golpe militar.

El rol del Ejército, transformado en un mito, ha sido develado por el historiador Gabriel Salazar, quien ha demostrado que el ejército ha intervenido periódica y regularmente en la historia de Chile. El nacionalismo militar fue insignificante y tuvo total peso la subordinación a Estados Unidos.

Hay tratadistas extranjeros que se preguntan si el gobierno de la UP tenía noción del golpe que se preparaba y si lo sabía, por qué no lo enfrentó oportunamente. Evidentemente que en Chile el golpe era previsto por todos, pero el hecho objetivo era que no había ninguna táctica posible para enfrentarlo, porque ello requería alguna fuerza militar, de la que se carecía totalmente, de manera que la única táctica posible era política y es lo que intentó Allende al preparar una convocatoria a plebiscito, lo que ya no fue posible porque la maquinaria militar ya estaba en movimiento. En realidad existió una política dirigida a las fuerzas armadas y quien la comprendió en su real sentido y significación fue Allende y sus ministros, mientras que los partidos que lo apoyaban imaginaban que las Fuerzas Armadas no tenían tanta trascendencia en el panorama política y que una rápida organización popular derribaría cualquier intento golpista. Dos visiones antagónicas, una esencialmente pragmática y la otra una teoría basada en ilusiones.

La reacción frente a la dictadura fue insignificante ante la desproporción de fuerzas.

El golpe y la dictadura militar son como un terremoto: derriba todas las estructuras, aterra a toda la población, pero en Chile las bajas son reducidas. La dictadura fue un terremoto social que centrada en la tortura, como el instrumento represivo más importante generó un terror latente, mucho mayor que el que significaba la desaparición y la ejecución. Esta política represiva se inspiró en la experiencia brasilera y sin duda en la aplicación de la política represiva norteamericana en contra de la población en Viet Nam, pero que en un clima de guerra les resultó un fracaso. En cambio, en Chile, en un clima de desarme material e ideológico, fue del todo exitosa.

15. La obra de la dictadura.

Entre 1973 y 1989 la tortura fue el instrumento esencial para mantener la disciplina social. Junto a ella se aplicaron las ejecuciones, las desapariciones, la prisión, la detención, el allanamiento, el atemorizamiento, y el exilio. Además, indefectiblemente, estaban la exoneración y los despidos del trabajo. De esta manera se destruyó la organización política popular y la sociedad civil se redujo a la organización empresarial.

La fiebre privatizadora permitió que casi todas las empresas públicas pasaran a empresarios privados. Excepto una parte del cobre, por razones militares. Este traspaso equivale a lo que en economía se llama acumulación originaria.

El empresariado chileno, que se había caracterizado por su incapacidad de ahorrar e invertir, se vio propietario de grandes y costosas empresas que se habían formado con el ahorro público. Fue el más grande festín empresarial pues fue casi gratuito, incluyerndo a numerosos militares y familiares del dictador.

A su vez, gran parte de la Educación se privatizó con el consecuente deterioro de la educación pública versus la privada. Otro tanto se intentó en salud.

Mientras tanto el antiguo monetarismo había adherido y claudicado ante las concepciones irracionalistas. El triunfo ideológico del neoliberalismo fue absoluto. Toda la sociedad se transformó en mercados, pues esa era la forma de llegar al desarrollo. Los valores de la solidaridad y la fraternidad se les tachó de reminiscencias de una sociedad tribal sepultada por el nuevo tipo de hombre que sólo con los valores del mercado construían la sociedad abierta de Popper, la cual era el ideal del teólogo del neoliberalismo, Friedrich Hayek.

Los gobiernos posteriores de la Concertación heredaron el neoliberalismo y se subordinaron a él, tanto por convencimiento como por subordinación al pacto acordado con la derecha y los militares.

El fracaso del neoliberalismo fue de tal magnitud que, paradojalmente, proporcionó una nueva bandera a la derecha y en el 2011 anticipo su triunfo en las siguientes elecciones. Bachelet intentó agregar algunas gotas de sensibilidad social a su política y una medida real contra la pobreza, que se mantuvo casi incólume en los gobiernos anteriores, fue la pensión para los mayores que habían carecido de previsión social, pero ya era demasiado tarde..

La posible explicación de las claudicaciones de los socialistas en el gobierno de la Concertación, creo que está en el fenómeno de que su dirección fue copada por los exiliados que retornaron de Europa, los que venían totalmente contaminados con el neoliberalismo imperante y con la abrumadora carga del fracaso de los socialismos reales. Además sus socios de la democracia cristiana, formados en las escuelas norteamericanas ya habían adherido al neoliberalismo. Estos dos grupos influyeron en el acuerdo para restaurar la democracia, aceptando la constitución elaborada por el gobierno de Pinochet, que incluía una democracia protegida y feble sin posibilidad de cambio democrático. Fue una claudicación total con el objeto de recuperar la administración limitada del poder.

El mito que aún persiste es que la dictadura permitió el avance de Chile. Es justamente la concepción que tiene los fascistas de Hitler. El Holocausto y una guerra mundial se justifican porque logró detener la inflación y aumentó la producción. Es una concepción de que la vida y la dignidad humana pueden ser despreciadas si con ello se logra desarrollo económico.

Pero además nadie debe olvidar que la cesantía llegó al 35% durante la dictadura y el Estado debió inventar empleos miserables para impedir que muchos se murieran de hambre. La importancia exagerada que se dio al monetarismo se derrumbó cuando todos los bancos, que gozaban y abusaban de la flexibilidad otorgada, quebraron estrepitiosamente en 1982.

Sólo la explotación sin límites lograda por el disciplinamiento social que destruyó la organización social y sindical logró permitir aumentar la producción, mediante la atracción de capitales extranjeros libres de restricciones y de la incorporación de la economía chilena al mercado internacional.

En realidad, el relativo desarrollo de Chile se logró durante los gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia, que no cambiaron nada para que el neo liberalismo siguiera avanzando. La Concertación sufrió del trauma del golpe y lo prolongo indefinidamente con el sindrome del miedo al golpe y al principio de que sólo se podía hacer cosas en la medida de lo posible, como lo expresó el presidente Aylwin en relación a la justicia.

16. Conclusiones

Simplemente creo que debemos construir bases éticas sólidas, basadas en el humanismo ya que actualmente dios y la religión está siendo desplazada y queda un amplio campo conceptual para que la ética desarrolle los derechos humanos, los valores de la democracia y el rol social del Estado. Este es el desafío para construir un nuevo socialismo…pero sólo es el comienzo.

No es posible considerar que esta es una posición negativa, es sólo intentar distinguir lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso, insistiendo en lo ético como método para encontrarlos.

La revolución francesa es recordada, especialmente por los reaccionarios, como la experiencia del terror y Robespierre, pero para la historia humana ella fue el comienzo de la democracia, que se expandió por el mundo y de los valores de la libertad y la igualdad. Creo que de manera similar el socialismo real será recordado por los reaccionarios, esencialmente por Stalin y sus crímenes, pero su herencia real será probablemente la intención de suprimir la explotación y de entender que el Estado debe ser el centro ético del mundo como lo insinuó Hegel. El dogma derechista es el antiestatismo y se divulga con la premisa de que el Estado es mal administrador. La izquierda, clavada en un marxismo añejo con raíces anarquistas sostiene que la naturaleza del Estado es represiva. Sin embargo ¿Quien puede operar los cambios de justicia social? Es evidente que el único que puede hacerlo es el Estado. Yo creo que el Estado es una maquinaria compleja, pero que es tripulada por los hombres y éstos son los que definen su naturaleza Si el Estado está tripulado y dirigido por los neoliberales, navegará en esas aguas y su labor social será reducida. Si otros hombres con otras ideas lo manejan lo podrán conducir a zonas de mayor igualdad y justicia social. Por eso hay que ganarse el Estado y no rechazarlo a priori y quedar sin la maquinaria esencial de la sociedad moderna. Estado y empresa privada es la gran contradicción actual, la empresa privada persigue única y exclusivamente el lucro, entonces la única organización que puede perseguir el objetivo distinto de justicia social es el Estado, hasta cambiar la empresa privada en otra cosa, con un fin distinto, lo que es una utopía a largo plazo.

La única proyección de la situación actual de Chile que imagino, es que copiaremos a los países europeos y políticamente existirá una derecha poderosa y hábil y una izquierda socialdemócrata ambigua y vacilante.

Por eso debemos imaginar y reinventar un socialismo humanista y ético. Algo de la experiencia allendista chilena puede aportar en humanismo, democracia, participación y consecuencia.

Allende y la Unidad Popular fracasaron. El pueblo de Chile fue masacrado.

Dejadme recordarlos con las palabras de Walt Whitman:

todos dicen : es glorioso ganar una batalla.

Pues yo os digo que es tan glorioso perderla…

Dejadme soplar en la trompas. Recio y alegre por ellos

Hurra por los que cayeron

Hurra por los generales que perdieron el combate y por todos los héroes vencidos

Los infinitos héroes desconocidos valen tanto como los héroes más grandes de la historia.

BIBLIOGRAFÍA

Gobierno de Chile, (s.f.) Normas Básicas de participación del Convenio CUT-Gobierno, Santiago de Chile.

Lowe, Norman, (1993), Guía Ilustrada de la historia moderna, FCE.

Moulian, Tomás, (2000), Socialismo del siglo XXI, La quinta vía, ( LOM.

Orellana Vargas, Patricio, (2011) La crisis del socialismo en el siglo XXI, Santiago. En www:probidadenchile.cl

Pinto, Vallejos, Julio, (2005), Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular, LOM.

Unidad Popular, (s.f.) Programa de Gobierno, (s.e),

Zerán, Faride, Manuel Antonio Garretón, Sergio Campos y Carmen Garretón, (2004) , Encuentros con la memoria, Santiago , LOM

Whitman, Walt, (s.f), Canto a mí mismo, Buenos Aires, Losada,

*Profesor de la Universidad de Chile, retirado.

Santiago, 4 de Septiembre del 2011