Educación y violencia.

Educación y violencia

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Patricio Orellana Vargas

Un gobierno que se adscribe a la doctrina neoliberal tiene como norte permanente el desarrollo económico, que solo se logra en la medida que paulatinamente toda la sociedad se convierta en una compleja red de mercados. En esta perspectiva ha tenido logros espectaculares. Desde 1973 en adelante la sociedad completa ha seguido ese derrotero. La vivienda se transformó en el próspero mercado de la construcción, la previsión social que era una función pública, se transformó en el magnífico mercado de las AFP que manejan miles de millones de dólares de los trabajadores al servicio de los bancos e instituciones financieras. La salud se privatizó en otro mercado ostentoso: las ISAPRES y también en FONASA, pero especialmente en el florecimiento de las clínicas privadas. Hace tiempo que Ferrocarriles del Estado se degradó en el complejo y peligroso mercado de los buses interurbanos. Hasta la sepultación se transformó en el espléndido negocio de las funerarias y los cementerios privados llamados ostentosamente “del recuerdo”, “ de la paz”, “del mar”. La Televisión que empezó ajena al lucro, ahora es una secuencia infinita de avisos en pro de determinados productos que son parte esencial de los mercados. Hasta zonas sagradas para algunos, como el fútbol, ya es un floreciente mercado de sociedades anónimas, cuyos dueños identificados son los más connotados neoliberales de derecha, centro e izquierda.

Segmentos importantes de la educación primaria y secundarias se han sumido en mercados educacionales. La universidades chilenas se transan en mercados internacionales a cientos de millones de dólares.

Pero se produjo un milagro… por fin un segmento de la población reaccionó frente a esta mercantilización de la educación y declararon que la educación era un derecho. Los mercados y los políticos mercaderes quedaron pasmados. ¡Se trata de una juventud ignorante! ¡Son ajenos al progreso! ¡No comprenden las ventajas de la competencia!

Sin embargo, nuestra juventud logró conmover a toda nuestra sociedad y la protesta estudiantil se transformó en una demanda de carácter masivo y trtansversal. Hasta la revista líder del neoliberalismo mundial THE ECONOMIST reconoció que la educación en Chile tenía un precio “exhorbitante”.

¿Qué hizo entonces el gobierno neoliberal? Reunió a sus asesores expertos en las Técnicas de Negociación, que enseñan en sus universidades, trató de desnaturalizar las demandas, cuestionarlas éticamente fundada en Friedman y Hayek. ¿Cómo hacerlo si el neoliberalismo tiene como principio ético fundamental el contrato, que es más importante que la ley y el estado de derecho? Para más remate se demostró que los contratos no se respetaban en absoluto en lo que se refiere al cliente en los bancos, instituciones financieras y las empresas de retail, como ejemplo extremo están La Polar y Eurolatina.

Entonces recordaron que lo que había que hacer era confundir a la población: El problema central no es la educación, el problema es la violencia, los encapuchados, las tomas y la falta de respeto a las autoridades.

Desde hace meses, casi toda la prensa y los canales de televisión se centran en ese hecho. Ya no es la educación el problema nacional, es la violencia.

Los programas radiales y televisivos que consultan a sus auditores, muchísimos de ellos declaran su rechazo a la violencia y piden “mano dura” al gobierno, incluso las expresiones vertidas por estas audiencias parecen slogans neoliberales mil veces aprendidos. Paradojalmente las encuestas muestran que la inmensa mayoría de las personas respalda el movimiento estudiantil, pero los medios de comunicación, subordinados a los empresarior muestran otra cosa: lo que conviene a los neoliberales.

La política neoliberal está empleando dos métodos simultáneos para agotar los movimientos masivos de protesta: uno es la aplicación de las técnicas de negociación afincadas en la letra chica y la ambigüedad (Ofrecieron cuatro mil millones de dólares, después dos mil, más adelante sólo los intereses de los depósitos y finalmente un aumento raquítico del gasto educacional, el que bastaba que aumentara en un dólar con respecto de los años anteriores para que se declarase que era el emayor gasto en educación en la historia de Chile). La manipulación a que fueron sometido los pingüinos se trató de aplicar a la nueva generación … pero les fracasó el engaño.

Ahora es la tergiversación: el problema no es la educación, es la violencia callejera. Y muchos caen en la trampa. ¿Quién promueve la violencia? Evidentemente no son los estudiantes. ¿Quién debe impedir la violencia callejera? Evidentemente que las fuerzas policiales.

Pero hoy la violencia conveniente al gobierno y sus fuerzas policiales, cada vez mejor equipadas (¡Para ello si hay recursos abundantes) no puede o no quiere impedirlas y de victimarios se han transformado en víctimas que no saben como lograr la tranquilidad pública.

Antaño se hablaba de maquiavelismo, ahora hay que hablar de su versión moderna: neoliberalismo.

Santiago, octubre del 2011

* Profesor de la Universidad de Chile, retirado