La teoría de la paradoja.

La teoría de la paradoja: corrupción sin corruptos

 

Patricio Orellana Vargas

La corrupción, fenómeno elusivo.

Hay autores destacados que han tratado el fenómeno de la corrupción como un proceso elusivo, muy difícil de identificar, porque siempre hay interesados en que quede en la penumbra.

Existe la imagen del iceberg de la corrupción que sostiene que del fenómeno sólo se puede apreciar una parte muy reducida porque los casos más importantes permanecen ocultos y protegidos en un mar helado.

Otro autor utiliza la imagen de los anillos o círculos concéntricos. Muchos casos son comentados, otros aparecen en la prensa, otros son investigados y paulatinamente menos casos son procesados por los tribunales y finalmente hay un círculo vacío donde deberían estar los culpables.

Otros autores finalmente, señalan que no hay una línea definida entre probidad y corrupción, sino que es ambigua e imposible de precisar, de manera tal que muchos casos quedan en zonas imprecisas. Los que rechazan esta posición son acusados de extremistas o absolutistas y consideran que el cero absoluto sólo existe en Física y no en la ética pública.

Hay autores de mucho prestigio, especialmente norteamericanos, que sostienen que la corrupción no puede ser eliminada y lo que corresponde es controlarla o limitarla, pero que hay que convivir con ella.

Mi posición personal.

A través de mi actividad académica como profesor de Ética Pública he adherido a la teoría del cero absoluto que sostiene que probidad es igual a cero corrupción. A través de este planteamiento he escrito numerosos artículos en la prensa y en revistas académicas, los que no han provocado muy poco impacto.

Hasta ahora último, todos los estudios que publiqué estaban referidos al proceso general de la corrupción en América Latina y en Chile y sólo se mencionaban casos específicos como ilustraciones de ese fenómeno.

Sin embargo, últimamente, en algunas charlas y artículos he mencionado los nombres de algunas personas envueltas en estos casos de corrupción. Por primera vez he recibido una reacción violentísima y me han amenazado con presentar querellas por calumnias y me han dicho que disponen de estrellas del foro y baterías de abogados para castigarme por haber ofendido la honra y la dignidad de determinados personajes. Me han exigido a gritos que me retracte y me han indicado que debo imitar el ejemplo de Jesús, que no debo lanzar la primera piedra, aunque yo creía que esos personajes ya habían recibido suficientes piedras como para lapidarlos políticamente.

Esta situación me ha conducido a una conclusión paradojal: en Chile hay corrupción pero no hay corruptos. Hay muchos casos de corrupción probados, pero nunca se han encontrado culpables (excepto el caso de Dávila y otro par de casos).

Ellos no son corruptos.

En estas circunstancias me encuentro en un atolladero casi sin salida. Debo reconocer que no puedo probar que los personajes mencionados son corruptos. Para ello debería tener una institución capaz de investigar en profundidad con detectives, abogados y auditores o esperar durante décadas los procesos judiciales. En su oportunidad fui uno de los Directores del Instituto Probidad, pero el único recurso que disponíamos eran nuestras propias cuotas y casi era imposible pagarle a una secretaria. Pensar en contratar investigadores y defensores era una ilusión. Hacerlo individualmente es inconcebible.

En consecuencia debo adherir a la Teoría de la Paradoja: en Chile hay corrupción y no hay corruptos. Debo pedir disculpas a aquellos que mencioné en los casos de corrupción… esos casos eran sin sujetos, eran impersonales. Me cuesta hacerlo, pero en un combate judicial frente a las baterías de abogados estoy perdido porque yo soy un Administrador Público y un ex académico jubilado que no podría pagarle ni siquiera a un abogado.

Pero como diría Galileo Galilei en circunstancias mucho más trascendentes… sin embargo hay corrupción y corruptos… porque no puede haber corrupción sin corruptos.

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