Corrupción sin corruptos

Corrupción sin corruptos

 

Patricio Orellana Vargas

Los anillos concéntricos.
La corrupción como fenómeno social moderno reviste características similares en todo el mundo. Parece que la corrupción también se ha globalizado en dos sentidos, por una parte se ha generalizado en casi todos los países y a además reviste las mismas características en los diversos países. El abogado argentino Luis Moreno Ocampo, hace varios años, caracterizó a la corrupción en América Latina como un proceso de círculos o anillos cooncéntricos. Los hechos corruptos surgen con gran relevancia en la prensa y son numerosos formando el primer gran círculo, el segundo, ya más reducido se refiere a casos en que se realizan denuncias y se inician procesos de investigación periodística o social, el tercero, mas reducido aun corresponde a casos de corrupción que son denunciados ante las autoridades administrativas, las que inician sumarios, que generalmente no terminan nunca, el círculo interior lo constituyen aquellos casos que llegan a la justicia y allí se inician procesos interminables en el exacto sentido de que no tienen fin y siempre están en una etapa previa a la sentencia final. El círculo más interno aún lo constituyen, en algunas oportunidades muy excepcionales los procesos terminan de manera ambigua, la mayoría de ellos declarándose el sobreseimiento temporal o definitivo (que es cuando el fin queda pendiente hasta que surjan nuevos hechos o pruebas). El último círculo lo constituyen los procesos que terminan en una sentencia definitiva declarando culpables y sentenciándolos. Este último círculo está generalmente vacío o es tan reducido en número que es insignificante. Conocida esta anatomía y fisiología de la corrupción en Latinoamérica, la teoría de los círculos o anillos concéntricos lo que ilustra es la impunidad procesal que existe para los corruptos. La justicia no funciona en la inmensa mayoría de los casos. El resultado es que en América Latina y también en Chile hay corrupción, pero no hay corruptos. Es un caso paradojal, es un proceso social sin sujeto. Son actos realizados por hombres que no pueden ser identificados. ¿Esa es la naturaleza de los actos de corrupción? ¿Hay personas invisibles que en el ejercicio de sus cargos o gracias al poder político que tienen logran desviar recursos públicos de sus fines sociales y los allegan a sus propios bolsillos particulares o al de personas relacionadas?

La complejidad innecesaria.
Por supuesto que esto es una falacia. Lo que ocurre es que la Justicia no funciona, especialmente en los casos de corrupción, sin que ello signifique que la justicia está corrupta. Lo que pasa es que la legislación que sanciona estos casos es tan confusa, que finalmente resulta inaplicable, además, los casos de corrupción están ocultos en una maraña de otros hechos de gran complejidad como es el proceso burocrático. Ejemplo de la complejidad de la legislación en esta materia es la Ley de Probidad y Transparencia, que es un colage de disposiciones diversas y contradictorias. Por ejemplo, en una parte reconoce la prohibición de que los funcionarios públicos acepten regalos y en otra establece que se pueden recibir regalos justificados en causales vagas y amplias. Establece la transparencia, pero los procedimientos para obtener información de los servicios públicos requieren de trámites judiciales extraordinariamente complejos, de manera que la declaración queda anulada con el procedimiento complejo.Este hecho, es casi universal. Ésta es la razón que en los países donde la corrupción ha sido derrotada, como en los países nórdicos (Dinamarca, Finlandia, Suecia, Noruega e Islandia), algunos anglosajones (Nueva Zelandia, Australia y Canadá) y algunos asiáticos (Singapur), el factor esencial no ha sido una justicia que opere bien, sino un efectivo control social. Pero el control social es inaplicable en Chile por la debilidad de la sociedad civil. Requiere organizaciones de consumidores, usuarios, vecinos y trabajadores, además de organizaciones no gubernamentales en el área de la ética pública, lo que es atemorizaste para la clase política chilena y para los que ven la política como un monopolio de las directivas partidarias.

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