La república virtuosa

RESEÑA Y COMENTARIOS

Patricio Silva, La república virtuosa. Probidad pública y corrupción en Chile, Santiago, Ediciones Universidad Diego Portales, 2018, 291 págs.

RESEÑA
La tesis central de esta investigación es establecer que Chile, a lo largo de su historia, fue y es un país que tiene un alto nivel de probidad pública, aunque evidentemente existen casos singulares de corrupción. Esta característica nacional es uno de los rasgos diferenciadores con el resto de los países latinoamericanos. Naturalmente que no basta con plantear este fenómeno social, lo importante es que el autor busca explicar el por qué existe este hecho.

En palabras del Rector de la Universidad que publica este libro, el intento es responder a lo siguiente: “¿De dónde proviene esa cultura de la probidad, ese rasgo casi excepcional que parece caracterizar la cultura pública de Chile? “

Al realizar esta investigación, Patricio Silva se embarca en la tarea de estudiar acuciosamente el desarrollo histórico del país y su libro merece calificarse como la historia de la probidad pública y la corrupción de Chile, por su seriedad y porque es una investigación pionera sobre la materia a nivel nacional.

El enfoque del autor es describir los hechos que pueden calificarse como actos de probidad pública o de corrupción, para ello recurre a la historia del país, ya que casi todos los historiadores mencionaron este tema y lo analizaron, Simultáneamente, muchos viajeros que visitaron el país, también se refirieron a esta característica nacional, aunque nunca fue el tema central, de manera que recurriendo a estas fuentes se pueden seleccionar los casos de este tipo e ir describiendo su desarrollo y especialmente, explicando las causas de su especificidad en este país. Para ello sigue la división tradicional de la historia del país, partiendo por la colonia, la república oligárquica, la modernización democrática y terminando con la época actual de tensión, a partir de la dictadura.

La causa profunda de la valoración de la probidad radica en la situación de pobreza y de guerra permanente, que obligó a los colonos españoles y a su descendencia mestiza a vivir en constante situación de emergencia que, por una parte, exigió orden y disciplina y por la otra, la ausencia de riquezas que provocara la corrupción. Esta situación desarrolló la exaltación de la hidalguía y un sistema oligárquico que devino en asentar el patriotismo y el amor al país. En estas circunstancias, los gobernadores españoles debieron dirigir el país destinando los escasos recursos casi exclusivamente a la guerra, ya que si bien Chile no era una colonia económicamente importante para España, lo era desde la perspectiva geopolítica, dado que Inglaterra y Holanda amenazaban al Perú, que sí era fundamental en el imperio español. Casi todos los gobernadores fueron muy probos, excepto contados casos. La larga guerra con los mapuches obligó a tener un ejército que permanentemente debía recibir nuevos soldados enviados desde España, lo que nutría la militarización y el orden social.

La república naciente heredó los valores del orden, amor a la patria, subordinación a la oligarquía gobernante y logró reducir la anarquía que la nueva situación de libertad generó y que en los otros países latinoamericanos se prolongó indefinidamente. Los presidentes mantuvieron una tradición de honestidad pública y fortalecieron el patriotismo lo que se templó, a su vez, con la guerra de la independencia, la guerra contra la Confederación Perú Boliviana. la guerra contra España y la guerra del Pacífico. Situación que se mantuvo hasta la revolución de 1891, que sumado a la naciente riqueza salitrera cambió la situación generando atisbos de corrupción pública hasta 1920.

La nueva situación la caracteriza por la exigencia pública de restablecer la probidad pública y el acceso de los sectores medios al poder y el establecimiento del valor de la meritocracia y el debilitamiento oligárquico. A pesar de estos cambios, la necesidad de la probidad pública fue exigida prácticamente por todos los sectores y fue la bandera de lucha de casi todos los partidos para lograr el apoyo popular. La dictadura de Ibáñez no fue excepción y también le otorgó esencial importancia a la probidad, pero implicó el fin del estado de compromiso hasta 1973.

A partir de entonces, hay una situación de creciente tensión que culmina con el gobierno de Pinochet y la corrupción. Los gobiernos siguientes combaten la corrupción a través del gran desarrollo de medidas legales hasta llegar a los gobiernos de Piñera y de Bachelet que caracterizan el colapso de la imagen del estado probo.

En cada uno de estos períodos, se analizan detalladamente los casos de probidad, que son una constante, acompañados de casos de corrupción que son generalmente excepcionales.
Lo que se fundamenta en el desarrollo y mantención de los valores de orden, patriotismo, legalismo, aceptación de la autoridad y de probidad pública, los que a su vez se explican< por la pobreza del país, su aislamiento, la aristocracia castellano vasca y el estado de permanente guerra y el permanente llegada de militares nobles españoles. COMENTARIO.

El problema metodológico es que las historias generales de Chile consideran la moral pública como un factor ineludible en el análisis histórico, pero, evidentemente no constituye el hilo central, sino que es uno de esos hilos, el que es más o menos importante según el historiador. Silva tiene que hacer un trabajo muy distinto, es considerar que la ética pública pasa a ser central como tema investigado y la historia general es el marco en el cual se da. Esta relación es difícil de equilibrar pues se puede exagerar o disminuir indebidamente uno u otro, aunque es evidente que lo central es el tema elegido. En general el autor logra ese equilibro, considerando permanentemente que es imprescindible esta relación.

Al analizar cada período cita las diversas posiciones que existen sobre el tema y en algunos casos adhiere a alguna de ellas, como es en la discusión respecto del rol de Portales en la organización del estado. Finalmente entre el mito de Portales y su falsedad, el autor reconoce el significativo rol de Portales en ese proceso. Algo parecido ocurre al adherir a quien apoya la concepción neo liberal o darle amplia cabida a la crítica pinochetista del gobierno de la Unidad Popular. En otros casos se limita a presentar las diversas posiciones sin reconocer la vigencia de alguna de ellas.

Sin embargo, a pesar de que lo logra con mucha certeza, relacionar el marco histórico con el proceso específico de probidad-corrupción pública, al lector actual le puede chocar que la dictadura no aparece como un hecho que provoca un vuelco muy significativo en este aspecto, solo lo califica de “quebranto”. En realidad esta situación no la menciona en detalle, pero su importancia parece que no es un caso central en el proceso analizado y hay un esbozo de destacar la corrupción centrada en la familia de Pinochet, lo que implica dejar como ajenos a esa corrupción a las fuerzas armadas y al empresariado. No hay ni la menor mención a la violación de los derechos humanos y ni siquiera emplea sustancialmente el vocablo “dictadura” y lo que remplaza por “gobierno autoritario” o “gobierno militar”, lo que recuerda la concepción vigente impuesta por Pinochet. Difícilmente se puede concebir que existan controles que impidan la corrupción en una dictadura que viola absolutamente los derechos humanos. Las instituciones fiscalizadoras inevitablemente van a ser incapaces de enfrentar este flagelo pues sería considerado un ataque a la patria. La percepción distinta y opuesta a la de Silva es que la burocracia dorada (1) y el empresariado participaron masivamente en el proceso de corrupción. Incluso Silva cita el caso de las ventas ficticias de las empresas públicas a esos grupos empresariales y menciona la investigación de la Cámara de Diputados que establece que entre 1985 y 1987 se privatizaron 32 empresas públicas lo que ocasionó una pérdida al estado chileno de $2.209 millones de dólares. La investigación de la Contraloría demostró que la CAP fue traspasada al sector privado por 105 millones de dólares aunque su valor era de 811 millones de dólares. En realidad este traspaso fue parte de lo que obtuvo el empresariado con esta dictadura de la derecha.

Otro detalle es que cada época es presentada objetivamente, excepto el gobierno de Allende, que es precedido por una síntesis de las descripciones que Pinochet y sus seguidores hacían de este gobierno y llega a citar la prensa de la dictadura que hablaba de ”la degeneración pornográfica” o “degeneración de tipo sexual” o que “el país fue saqueado y robado por ladrones “. Evidentemente que el autor no declara compartir estas apreciaciones, pero dedicar varias páginas a estas consideraciones es abandonar una posición objetiva y neutral y otorgarle cierta validez a conceptos que solo pueden ser calificados de insultos. También destaca la honestidad militar citando al almirante Merino que “en la casa de un ex parlamentario de Valparaíso…hemos encontrado 145 mil dólares”, en cambio, agrega que él “no tiene 15 dólares en su cuenta bancaria”.

Darle cabida a estas declaraciones es llevar una investigación a un nivel panfletario.

El análisis del autor implica sostener que la probidad es una constante en la historia nacional, sin aceptar la tesis que sostiene que la dictadura fue el quiebre total de ese proceso (2) y se transformó en una herencia que difícilmente ha podido ser eliminada por los gobiernos democráticos posteriores. Sin embargo, el punto 4.1 de su libro se titula “Pinochet y el quebranto de la probidad pública en Chile 1973-1990”. Para Silva la probidad es una constante histórica nacional y determina un proceso uni lineal y minimiza la corrupción que se desarrolló durante la dictadura.

Parece que su metodología es entender que la objetividad es darle cabida todas las opiniones, aunque sean totalmente contradictorias, no existiendo la necesidad de entender que algunas pueden estar equivocadas.

La herencia de la dictadura.

Otro aspecto que no es desarrollado por Silva es el fenómeno de que la corrupción que se impuso en el período de la dictadura de Pinochet fue una herencia difícil de extirpar. Por ejemplo, las ”indemnizaciones a todo evento” que fueron impuestas durante la dictadura, aún imperaban y eran aprovechadas por la nueva dirigencia de la burocracia, lo que determinó un gran escándalo y el procesamiento de un ministro.

La otra herencia que Silva tampoco menciona es que durante las dictaduras y en especial en el caso de Chile, los cuerpos armados logran una gran autonomía y esta esta sigue vigente en la democracia, pues quedan blindadas legalmente.

Los casos de corrupción en las Fuerzas Armadas y en Carabineros, que fueron divulgados en el 2018 y que Silva menciona, tienen ese origen y permitió gozar de muchos privilegios en comparación con el resto de la burocracia e incluso con respecto de todo el sistema previsional. Esta autonomía se mantiene, lo que se demuestra en la reunión del nuevo general en jefe del Ejército con la oficialidad y la suboficialidad realizada en año 2018, cuando declaró que el Ejército debía defender el merecido sistema de pensiones, lo que implica poner como finalidad, no la defensa del país, sino la defensa de los intereses corporativos y entra de lleno a invadir el campo de la ley, que en democracia es competencia del poder Ejecutivo y Legislativo.

Para estudiar la corrupción durante la dictadura, Silva utiliza a menudo como fuentes las declaraciones y documentos del gobierno de Pinochet, los que evidentemente niegan o justifican los actos de corrupción y los remplaza por declaraciones de las intenciones de probidad y despolitización. Incluso Silva sostiene que se está en lo correcto cuando se establece “una economía de mercado, la reducción del aparato público y la privatización de las empresas estatales durante el régimen militar redujeron las posibilidades de corrupción a nivel del Estado”. Esta afirmación implica justificar la dictadura y saltar a un nivel político y no histórico.

Otro elemento no considerado por Silva es la ideología reinante. El historiador Gonzalo Vial señala que en el siglo XIX existía una pugna entre la ética conservadora y la liberal, pero que ambas estaban de acuerdo en la probidad pública y ese fue un factor de importancia para mantener la probidad. De igual manera, Silva no menciona el hecho de que la dictadura implantó el neoliberalismo que implicaba otra ética, pues el neo liberalismo no es simplemente una nueva política económica, sino que es una nueva filosofía global, que según Hayek , la Escuela de Viena y la Escuela de Chicago concibe un nuevo concepto del hombre. En la república las entidades importantes eran el Estado y el ciudadano, en el neoliberalismo son reemplazados por el mercado y el empresario. Todo esto conlleva una ética individualista, un rechazo a lo social y a la solidaridad.

CONCLUSIONES DEL AUTOR.

Muchas veces, al leer un libro, el lector debe hacer un gran esfuerzo en destacar las conclusiones, ya que ellas o no son claras o están dispersas a través de toda la obra. En este caso, el autor ha sido capaz de presentar sus conclusiones sintética y ordenadamente, lo que es un mérito que favorece la comprensión integral de la obra.

Naturalmente estas conclusiones están fundamentadas en toda la investigación y se presentan escuetamente. Las más significativas son las siguientes:

– Chile es uno de los países más probos del continente americano.
– Los chilenos creen que la corrupción ha llegado a límites monstruosos.
– A los chilenos le interesa muy poco la comparación con otros países de la región.
– Los chilenos son extremadamente exigentes con sus autoridades.
– La clase política ha tenido que luchar contra cualquier atisbo de corrupción
– No se ha sabido valorar esta situación privilegiada.
– La Contraloría General de la República ha tenido extraordinaria importancia.
– Los casos de corrupción se han enfrentado con gran capacidad de reacción.
– La transparencia es una preocupación en la moderna legislación vigente.
– Los caso de corrupción se refieren al financiamiento de las campañas electorales y no al enriquecimiento personal de los políticos que es lo habitual en América Latina..
– Chile posee una larga historia de probidad pública desde la época de la Colonia.
– Esta tradición se basada en muchos factores, entre los que se destacan la guerra de Arauco que obligó a dedicarse a la organización de los esfuerzos bélicos y a la militarización de la sociedad, la pobreza, el aislamiento, los gobernadores probos, el patriotismo la notoria probidad de la clase gobernante, la férrea hegemonía de la oligarquía y el fuerte andamiaje institucional que fundamentó de uno de los regímenes políticos más exitosos de América Latina.
– La riqueza salitrera provocó la corrupción de la república parlamentaria desde 1891 a 1920 y se habló de “crisis moral”.
– Los gobiernos de Arturo Alessandri y la dictadura de Ibáñez enfrentaron este desorden con instituciones como la Contraloría.
– El surgimiento del sistema de partidos políticos fue otra amenaza de contaminación, pero la creación de una tecnocracia centrada en la CORFO limitó este proceso.
– Las acusaciones de corrupción fue un instrumento político para captar apoyo electoral.
– El período turbulento de las transformaciones de los gobiernos de Frei y Allende no provocó un deterioro de la probidad pública.
– La larga tradición de probidad pública termina con el Golpe de Estado de 1973.
– Pinochet es una vergonzosa excepción en la lista de mandatarios honestos que comenzó con O´Higgins y terminó con Allende.
– El “régimen autoritario” demostró la importancia de contar con prensa libre y poder fiscalizador libre.
– Los gobiernos de la Concertación y siguientes dedicaron muchos esfuerzos a los mecanismos de control.
– Los casos de financiamiento ilícito de campañas electorales no estuvieron relacionados con enriquecimiento personal.
– El temor a convertirse en un país corrupto explica el sobredimensionamiento de la intolerancia de los chilenos hacia la corrupción.
– Los casos de corrupción han aumentado pero también la legislación en pro de la integridad pública.
– La denuncia de corrupción es una poderosa arma política que ha provocado un daño irreparable en la imagen de toda la clase política que fundamenta la opinión negativa de los chilenos aunque el país posee ”uno de los más altos estándares de probidad existentes en América Latina”.

El autor, Patricio Silva es doctor en Ciencia Política y catedrático de la Universidad de de Leiden. Al parecer esta obra fue desarrollada en Holanda, lo que probablemente permitió una distancia que brinda una perspectiva más general y a la vez más específica en atención de la abundante bibliografía utilizada.

NOTA FINAL DEL COMENTARISTA.

Este libro es resultado de una rigurosa investigación que incluye estudiar miles de documentos y cientos de libros de historia, algunos de los cuales son de diez o veinte tomos y que el autor muestra conocer cabalmente.

El resultado de este acucioso trabajo es, en realidad, una historia de la ética y moral pública de Chile y es la primera que se realiza en nuestro país, donde, además, como anota el autor, existen pocos estudios específicos de este tema y como registra Silva, es lamentable que escasos académicos chilenos se hayan preocupado de esta materia, que sin duda es fundamental en el estudio de la historia y la política del país.

Este libro pasa a ser esencial en este ámbito y debería transformarse en una fuente básica en las cátedras que enseñan la ética pública en algunas escuelas universitarias de administración pública y de ciencia política. Para instituciones como el INAP de la Universidad de Chile, que ha realizado curso de Ética Pública, este libro es base y acicate para que se realicen investigaciones en esta área que es fundamental en los servicios públicos, en el gobierno y a nivel político.

Destacar la importancia y trascendencia de este libro, no implica que todo su contenido sea compartido por todos sus lectores. Como se ha anotado más arriba, este comentarista discrepa de algunas conclusiones del texto, pero eso no impide reconocer la importancia y seriedad de la obra.

Patricio Orellana Vargas
Santiago, enero de 2019.

(1) Mi concepto formal de “burocracia dorada” se refiere a las fuerzas armadas y carabineros por su afán de lucir galones, estrellas y botones dorados en sus uniformes y exhibir en sus sombreros escudos del mismo tipo y también medallas similares, pero éticamente, con este concepto también describo la situación privilegiada que esos sectores consiguieron durante la dictadura en término de remuneraciones y un sistema previsional excepcional.

(2) En Patricio Orellana Vargas, “Probidad y corrupción en Chile. El punto de quiebre.”, Mauritius, Editorial Académica Española EAE, 2018, sostenemos que la corrupción de la dictadura es el quiebre radical de la tradición de probidad pública que caracterizó a Chile.

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