Cerdos norteamericanos y cerdos chilensis

CERDOS NORTEAMERICANOS Y CERDOS CHILENSIS

 

El gerente de una gran empresa chilena gana el de su equivalente en Estados Unidos, mientras que el obrero chileno gana aproximadamente quince veces menos que uno norteamericano. Sin embargo, la única teoría salarial reconocida en Chile, el gerencialismo, es que no se deben pagar bajos sueldos a los ejecutivos, lo que ilustró -en el caso del sector público- el Ministro de Hacienda al señalar que si se pagaba con maní sólo se podía contratar monos. (lo que no es producto de su ingenio, sino que se lo copió a un Ministro de Singapur) y además olvidó explicar que el maní chileno incluía sobresueldos libres de impuestos y otras granjerías.

Recientemente, la CNN emitió un programa sobre la quiebra y los escándalos que conmueven al mundo corporativo norteamericano, donde los directivos de las grandes corporaciones privadas ganan millones mientras sus empresas se van a pique. Dennis Kozlowski presidente de Tyco Internacional fue acusado de manipular la información financiera de su empresa hasta que las acciones bajaron en un 70%. Entonces ganó 82 millones de dólares y es el ejecutivo mejor pagado de los Estados Unidos.

La revista FORTUNE registra 13,2 millones de dólares como la mediana de los sueldos de los “CEOs” (presidentes ejecutivos) de las grandes empresas, mientras tanto, esas mismas empresas perdieron el 22% de su valor en la bolsa y aumentó en ellas el desempleo.

Una de las formas como se enriquecen estos ejecutivos es falseando los datos financieros y logrando aparentar que su empresa está en muy buen pie, para lo que cuentan hasta con el aval de prestigiosas firmas de auditores. Una vez que las acciones están en el tope, ellos venden sus propias acciones (a menudo gozan de la opción de comprar un lote grande de acciones), a continuación se sabe la verdad de la milanesa y las acciones caen y hasta llevan a la quiebra a la empresa. La indignación es tan grande que hasta la mencionada revista FORTUNE, bastión de la gran empresa norteamericana, ha publicado una lista de “los cerdos más grandes” y en la tapa pregunta ¿No tienen vergüenza?

Aquí en Chile estos cerdos parecen haberse concentrado en el sector público, aunque evidentemente también existen en el sector privado, pero allí aún se mantienen en las sombras.

En Chile la voracidad de los jefes es de tal magnitud que fuera de pagarse grandes sueldos han construido toda una gran estructura ideológica muy convincente y señalan que deberían ganar lo mismo que los ejecutivos de las grandes corporaciones extranjeras, para ello permanentemente están destacando sus extraordinarias cualidades y virtudes, las que evidentemente son difíciles de probar, dada la situación económica del país, que es un reflejo de esas grandes empresas.

En Chile hay casos de cómo estos jefes, al fijarse grandes sueldos, sistemas de bonificaciones por producción y mecanismos de desahucios millonarios han conducido a la quiebra estrepitosa a grandes empresas. En el caso de las cooperativas, la quiebra de HABITACOOP es un ejemplo. Sus jefes se fijaron sueldos de tal magnitud, que fue como una pesada piedra que hundió a la Cooperativa, la que además de quebrar, debió considerar como deudas principales las indemnizaciones que debía pagar a los ejecutivos que la habían quebrado y estas obligaciones eran créditos privilegiados que debían pagarse en primer lugar, incluso antes que a los acreedores.

El poder de que disfrutan los jefes (cerdos como los llama la revista FORTUNE) es tal que logran fijarse esos sueldos a pesar de los accionistas o propietarios de la empresa y en el caso del sector público chileno, son capaces hasta de burlar la ley, sin tener -hasta ahora- ninguna sanción.

La teoría que han construido explica que hay mercados que fijan los sueldos de los ejecutivos en las empresas privadas. ¡Y si son producto del funcionamiento de los mercados están bien! A su vez los directivos públicos argumentan que ellos deben ganar sumas iguales o superiores a los privados, porque sus responsabilidades son mayores.

Sin embargo, según la CNN, hasta THE ECONOMIST, baluarte del neoliberalismo señala que “el mercado para los CEOs es deplorablemente imperfecto” y el New York Times sostiene que “entre las grandes mentiras que circulan por el mundo, la idea de que la compensación de los ejecutivos está vinculada al desempeño se lleva las palmas”.

Como arruinar un gobierno y ganar millones.

En Chile, los directivos públicos han creado un sistema de privilegios que supera a cualquier corporación internacional. En el caso de las empresas públicas, el escándalo de las indemnizaciones demostró que habían creado una nueva compensación que no existe en el mundo: la indemnización a todo evento, es decir, indemnizados en cualquier caso, por despido, renuncia o por cesación de actividades de la empresa, además se habían fijado asignaciones por productividad, que como lo señaló la Contraloría en su oportunidad se pagaban en empresas como ENAMI, que sólo tenía pérdidas. Además tenían becas para los hijos, viviendas, transporte gratuito, créditos blandos para comprar otras casa, automóviles, etc. además de viajes y seminarios en el el exterior. En el sector público central, los caminos fueron distintos, pero igualmente ingeniosos: se establecieron diversos sistemas para aumentarse las rentas:

-los sobresueldos (que en general duplicaban los sueldos y esas sumas no figuraban como ingresos, por lo tanto no se tributa sobre ellas ni sobre el monto total real de las rentas).
-Los honorarios por estudios e investigaciones inexistentes (En el Ministerio de Obras Públicas debería haber una biblioteca gigante con todos los estudios e investigaciones que se pagaron y que en sistemas triangulares “realizaban” los jefes que tenían altos cargos y que evidentemente no tenían tiempo (¿ni capacidad?) para hacerlos.
-Los contratos a empresas por estudios que tampoco se realizaban y que significaban millones de dólares anuales,
– Pagos por asistencia a reuniones inexistente (varios millones al año para cada jefe, con lo cual triplicaban sus sueldos) en Consejos Asesores.
– Pagos por llenar cuestionarios (por marcar 10 cruces en preguntas ganaban un millón de pesos) e incluso los SEREMIs que no las contestaban recibían el pago total.
– Feudalización de la Administración Pública: Algunos sectores han sido dirigidos desde 1990 por el mismo partido, la Democracia Cristiana tiene el control de ESVAL, ENAP, INDAP, Aduanas, etc., instituciones que han sido saqueadas por sus directivos y que han permitido a la Revista QUE PASA? bautizar a Valparaíso como “la capital de la Corrupción”, ya que allí tienen o tenían sus sedes principales estas empresas y servicios del Estado.

Lo más terrible es que ha habido una política oficial de defensa de los inculpados, con argumentos tan falaces como que el MOP hizo gigantescos trabajos con el mismo personal. Este argumento no tiene ninguna validez porque el sistema actual es el de concesiones y licitaciones, lo que reduce el trabajo directo, como era el que antes realizaba el MOP. Además los fondos generados no se usaron para contratar a más personal, sino que para pagar sobresueldos al mismo equipo superior exclusivamente y destinarlos a otros fines aún no reconocidos.

El camino a una nueva impunidad.

Los involucrados, en muchos casos han sido premiados con nuevos cargos, para los cuales ni siquiera tienen competencia, como es el caso del jefe de Concesiones del MOP, sumariado por Contraloría y que ahora debe explicar a la justicia porque hacía citaciones y actas de reuniones inexistentes. Sin embargo, este personaje fue premiado con un cargo en el Directorio de EFE (Empresa de Ferrocarriles del Estado). Las visitas de autoridades públicas a los que han estado encarcelados, demuestra que hay un respaldo oficial a estos prósperos políticos, sean directivos públicos o parlamentarios desaforados. El diputado Letelier ya reconoce que recibía aportes de empresarios ¿de ideas socialistas? Y el diputado Rebolledo asegura que también recibía aportes que olvidó incluir en su declaración de impuestos. Estos parlamentarios han recibido y reciben el apoyo absoluto de sus partidos.

No hay dudas que el gobierno, por primera vez, está considerando la permanente petición de independencia económica del Poder Judicial, vieja aspiración de la Corte Suprema de Justicia. El Ministro del Interior mantiene reuniones con los máximos jueces del país para ver este tema. Al mismo tiempo, la Contraloría, cuya misión es “mantener y asegurar la probidad pública” y que siempre dice que todo lo sabía pero nada podía hacer, ha sido premiada con un fabuloso premio de 35 millones de dólares para su modernización y la Corte Suprema declara que no hay “comportamiento doloso alguno, sino el desempeño de tareas encomendadas derivadas del desempeño de una relación contractual privada y por cuyo cometido (el seremi) recibió el honorario pactado”.

Finalmente, la ley de nuevo trato laboral pretende institucionalizar el sistema de premiar a los directivos y los encargados de “funciones estratégicos”, manteniendo, en cambio, al resto de los funcionarios en los niveles miserables actuales. Como dice San Mateo “los que nada tiene, nada tendrán y los que tienen, abundarán”. La igualdad que figuraba en el programa de la Concertación es una mera declaración de principios inaplicable y olvidada.

Los directivos públicos ya no son los de antaño. Durante el gobierno de la Unidad Popular, uno de los temas en que se avanzó fue en reducir la diferencia entre los sueldos de los directivos y el resto de los funcionarios. Ahora, muchos que se dicen socialistas o del PPD, argumentan exclusivamente sobre la necesidad de pagar altas rentas a sus ejecutivos y apoyan entusiastas a la ley del nuevo trato laboral que duplica los ingresos de esos directivos, mientras que el resto de los trabajadores del sector público quedan en la misma situación actual, sin entender que en la Administración Moderna hay que considerar la justicia laboral y que los países modernos han reducido las diferencias de sueldos al interior de la empresa, como ocurre en Japón donde la relación es de 1 a 3, mientras que en Chile, en el sector público, es de 1 a 40.

Podemos concluir que el maní con el que se paga a directivos públicos es harto sabroso y les gusta mucho a los cerdos chilenos.

Patricio Orellana Vargas